Erupción económica global ¿y Bolivia?

Víctor Hugo Rodríguez Tórrez

Mientras en Bolivia la economía se halla y se proyecta indemne, según proclama el Gobierno, “la Presidenta del FMI pronostica nueva gran depresión mundial” (EL DIARIO, 25 de diciembre/2011). Una alerta nada temprana, en tiempo condicional, respecto a la posible desaceleración económica. Sería la repetición de la catástrofe financiera de 1929. La visión de la señora Christine Legarde es, en sí misma, dura advertencia acerca del estado de cosas que eclosionaría en 2012 y que no sólo pondría patas arriba al mundo sino que directamente aquel 70 por ciento de la humanidad que sub vive en insalvable pobreza, se iría a pique con sus derechos sociales jamás consumados, sin el mejoramiento de sus precarias condiciones de existencia. El autotitulado “primer mundo”, proseguirá alentando la miseria.

El mayor negocio de todos los tiempos no es el tráfico de armas, drogas, mujeres, sangre humana o ahora los fraudes financieros cibernéticos. Las siderales fortunas en las sociedades tramposas, engullidas y aun así insatisfechas, se originan en el tráfico de la pobreza. Sobre ese tendal osamentario se emplaza el temporizador estructural. La abundancia, el despilfarro, caprichos, excentricidades, veleidades, frivolidades y celebridades agravan el desempleo, hoy definido como la mayor lacra intercontinental.

La interpretación bíblica alude a la artimaña conceptual del “comercio” (uno de los 4 jinetes del Apocalipsis), camuflado con la acepción “economía”. Despista a ejércitos de largados de la mano de Dios, quienes con buena fe parecen no calibrar la malicia de cierta retórica o “confuntivitis” también global. He ahí los “indignados”.

Cuando la presidenta del FMI dice que “las perspectivas de crecimiento de la economía mundial no son demasiado prometedoras en estos momentos, sino más bien lúgubres”, añadiendo que la situación se asemeja a la de los años 30, “pero no queremos las consecuencias de entonces”, en la ecuación inversamente desproporcional, implícitamente antepone las “recetas” que deberán acatar algunos gobiernos.

El tema es que no se columbra intención alguna para aliviar el clamor ecuménico de millones de seres humanos, a quienes, incluso poseyendo más de una profesión, oficio o destreza, la industria del despido los echó a las calles en forzada cesantía.

El “comportamiento” de la economía, magistralmente encubierto en el planeta por sus expertos, con primacía de la gran banca internacional, siempre responderá a los centros invisibles del poder económico sincronizados con el aparato bélico. No repara en aplacar la dignidad de quienes piden rendición de cuentas o duermen sin comer, cercenándoles su “futuro” con mortíferas agresiones, fabricando guerras artificiales y, tal como denuncia la misma humanidad, emplea métodos bajos y fútiles contra el inconculcable derecho al trabajo. (La actriz mexicana Prudencia Griffel se lamentaba al decir “qué sería de nosotros los pobres si no nos ayudaríamos mutuamente”).

Evidentemente la realidad boliviana acumula pobreza irresuelta con estamentos que por siglos cargan a cuestas su injusta humillación. En la antípoda, con descaro y asiduidad germinan nuevos ricos, navega viento en popa la fiebre de la construcción, siendo imparable la locura por el acaparamiento de “vehículos”. El vocabulario callejero habla del narcotráfico, del contrabando, la corrupción y otras actividades proficuamente lucrativas. Vierte soberbia e insolencia sobre los sectores honestos y que con agobiante sacrificio procuran su manutención primordial.

Los suplementos especializados en economía y finanzas que son divulgados en el país, informan respecto a la profusión de utilidades, ganancias, reinversiones, diversificación de financieras, cooperativas y sucursales bancarias, inyección de capitales en operaciones que anteriormente eran quejumbrosas, sus amplias perspectivas productivas y en general, una bonanza propia de Estados-Potencias capitalistas, nada menos que en Bolivia, donde con soltura e indolencia, entre el lujo y confort se habla de la “pobreza”. Irresponsables y aprovechadores -incluso- afirman que otros están “muriendo de hambre”, mendacidad sin elementos de convicción probatorios. No se conoce denuncia formal respecto a decesos por inanición.

Los “business” y la tónica que brinda la abundancia de dinero en manos del público (y que obliga al BCB a sacar tarjeta roja al dólar circulante para evitar inflación); augurales exportaciones, ascenso de depósitos y duplicación de créditos, crecimiento por sobre el 6%, colocación de bonos en la BBV, premios a la calidad dentro y fuera del país, alta rentabilidad y otros beneficios millonarios, exhiben a la economía nacional con prometedoras perspectivas de mayor enriquecimiento, básicamente entre particulares, privados y el empatronamiento empresarial. El Estado, obviamente goza de formidable salud financiera (12 mil millones de $us. de reservas, bien valen la pena no acordarse de la deuda externa), contrastando a los nubarrones compulsivos del FMI. El nuevo “look” económico-financiero de esta época o neoliberalismo de alta pureza, de proseguir esta formidable racha, podría favorecer a Bolivia como Estado prestamista al extranjero. Todo esto sería ideal, si no se le engañase al país.

La mentira, el cálculo y la simulación cumplen su nefasto papel devastador con irreparables daños inferidos a la especie humana. Empero sería más condigno hablar la verdad.

Mientras el planeta experimentará drásticas contingencias económicas, según predice la austera dama; mientras la Eurozona podría “crepar” porque bambolea su solvencia financiera; mientras el presidente Sarkozy dice que Francia se encuentra en la cuerda floja (“imponer las medidas que hagan falta”); mientras el gobierno debutante del señor Rajoy (“la realidad es más dura de lo que pensábamos”), en lo mediato no podrá reducir a los 5 millones de “parados” y al toro “desbocao” de la desestabilización que no se deja capear, que valga la reiteración, en este lado del “charco”, en la Bolivia excedentaria, los sectores productivos, financieros, de hidrocarburos y energía aseguran por los medios impresos “empleo, inversión y canasta familiar barata”. ¿Qué hermosura, verdad?, siempre que no haya “tongo” de por medio...

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