A seis años de gobierno

El 22 de enero el gobierno de Evo Morales cumplió seis años de gestión entre más sombras que luces. En las elecciones de 18 de diciembre de 2005, el pueblo estaba cansado de viejos políticos de partidos tradicionales neoliberales que habían usufructuado de la administración pública como si fuera su hacienda, durante 24 años, incurriendo en abuso de poder, fomentando enriquecimiento ilícito, corrupción, contrabando, narcotráfico. Hasta la llegada a la presidencia había sido convertida en “pasanaku”.

Los bolivianos esperanzados suponían que con un cambio de mandatario, esta vez Morales Aima, quien no se considera indígena sino sindicalista cocalero, no habla aymara ni quechua, las cosas iban a cambiar, fundamentalmente en la política económica y social.

Aquel 53,7% con el que se impuso en las justas electorales, prontamente ha disminuido, afectando su imagen como consecuencia de promesas incumplidas, equivocaciones, debilidades en su gobierno por causa de malos asesoramientos de su entorno palaciego, además que el mandatario se dedica más a la política y pospone la agenda económica, primordial para toda nación, lo que provoca desencanto, disconformidad, pues se dice que “acciones quitan pasiones”.

Según el Gobierno, nacionalizó los hidrocarburos y otras empresas pasaron a manos del Estado; se creó y fueron reconocidos territorios indígenas originarios, campesinas y campesinos fueron politizados, abandonan sus ayllus y comunidades, se trasladan a las ciudades en procura de trabajo para “Vivir Bien”. Empero un asambleísta de El Alto dijo “que no hubo nacionalización de los hidrocarburos, no se tiene siquiera visos de industrialización de los recursos naturales y el DS 21.060 continúa vigente, así como la famosa Ley de Capitalización se constituye en una respuesta a la falacia dicha por el primer mandatario Morales”.

Estamos gobernados por leyes o decretos que luego son abrogados. El gasolinazo y el caso Tipnis dañaron la imagen del Gobierno, dice la ciudadanía. El Presidente constantemente afrenta al “Imperialismo”, aunque al mismo tiempo insinúa relaciones diplomáticas, interrumpidas desde 2008. Muestra su reprensión áspera a la Iglesia, maestros, medios de comunicación, periodistas, gremiales, COB, pueblos indígenas de Tierras Bajas. La Policía Boliviana no oculta su resentimiento. Hasta el criterio mezquino se impone, cuando en el programa escolar ha sido eliminada la materia de religión y moral, lo que hiere los sentimientos religiosos de la mayoría del pueblo boliviano.

Se ha prohibido a las bandas musicales militares y policiales concurrir a las procesiones del 15 de julio en honor de la Virgen del Carmen, patrona de La Paz y del Viernes Santo. El primer mandatario, que es de izquierda, mandó bajar de su altar a la Santísima para llevarla a Palacio, ¿para demostrar fe engañosa?

Actualmente se nota una conducta autoritaria y soberbia dentro de una democracia anarquizada, se siente una embriaguez de poder; deseo de copar todos los poderes del Estado, existe pobreza intelectual, hay una atonía desesperante, inversión de valores, se nota una falta de amor a la Patria, se observa ausencia de moral, civismo y patriotismo, de verdadero cariño a esta tierra.

Lo que la Patria necesita es fe, planes estructurales, industrialización de Bolivia y potenciamiento de la economía boliviana, como lo hacen Brasil y Argentina, con propósitos de trabajar, producir, con menos imposición, amedrentamiento, artimañas políticas y poner fin a la política barata. La unión de los bolivianos es indispensable. El poder no es eterno. Los gobiernos son pasajeros y los estados permanentes.

Penoso es que en 187 años de vida aún somos un país subdesarrollado, pedigüeño, dependiente y con injerencia extranjera. Pidamos a Cristo Redentor su bendición. Que nuestros hijos profesionales no abandonen Bolivia.