Monumentos paceños atesoran historia y arte

• Están ahí y parece que fue desde siempre. Testigos mudos de logros, penurias y rutinas. Las esculturas levantadas en homenaje a diferentes personajes son testimonio de la memoria colectiva de La Paz.


LA PLAZA MURILLO, PRINCIPAL CENTRO POLÍTICO Y SOCIAL DE LA PAZ, ATESORA OBRAS DE ARTE DE GRAN MAGNITUD Y SIGNIFICAdo HISTÓRICo PARA BOLIVIA.

Uno de los principales atractivos de la ciudad de La Paz es la riqueza artística e histórica que se expresa en sus monumentos, los mismos se encuentran ubicados en las principales plazas y parques de diferentes macrodistritos.

Según últimas catalogaciones del patrimonio escultórico de la ciudad, en La Paz existen 121 monumentos, siendo los principales: las Alegorías de la Plaza Murillo (primavera, verano, invierno, otoño, arquitectura, escultura, música, pintura) y Pedro Domingo Murillo en el mismo lugar.

También, el monumento de Eduardo Avaroa Hidalgo que se encuentra en la plaza Avaroa. Juana Azurduy de Padilla, en la plazoleta homónima, entre las calles Rafael Bustillos y Adolfo Gonzales en la zona de Sopocachi. Monumento Simón Bolívar está ubicado en la avenida 16 de Julio, en la plaza Venezuela de la zona centro. German Busch Becerra, en la zona de Miraflores en la avenida del mismo nombre.

Asimismo, el monumento de la plaza Isabel la Católica que se encuentra en la avenida Arce en la plaza del mismo nombre, Miguel de Cervantes, ubicado en la las calles Víctor Sanjinés y Méndez Arcos en la plaza España. Crisóforo Colombo, en el paseo de El Prado. Ekeko en el campo feria de la zona de Santa Bárbara. Jesús del Gran Poder, ubicado en las calles Sagárnaga y Sebastián Segurola en la zona del Gran Poder.

Alexander von Humbolt, en la calle 8 de Calacoto en la zona Sur, Illimani en la intersección de la avenida Montes y la calles Potosí, zona Central y Alonso de Mendoza en la zona San Sebastián.

Al cumplir sus 100 años la República de Bolivia, La Paz fue el principal escenario de homenaje porque se inauguró una de las dos enormes estatuas ecuestres que posee la ciudad.

Se colocó en el comienzo de la Alameda en 1925 y la plaza se dedicó a Venezuela. De tres metros y 30 centímetros, el monumento en bronce de Bolívar fue encargado al francés Emanuel Fremiet, con talleres en París. Él trabajó también en el busto de un metro del Libertador que se encuentra en el descanso de las escalinatas al segundo piso de la Casa de Gobierno. Fremiet, afamado escultor que al final de su carrera se especializó en figuras animales, logró una fuerza expresiva no sólo en la faz de Bolívar, sino también en la del caballo que lo sostiene.

La figura ecuestre de Antonio José de Sucre, que se levanta en la plaza del Estudiante en el extremo de El Prado, fue inaugurada en 1926 y es una obra, de tres metros de envergadura, del italiano Enrico Todolini. Un busto de Sucre, que data de 1902, fue finalmente colocado en la plaza que lleva su nombre pero que la ciudadanía la conoce como San Pedro.

Figuras en bronce, mármol, piedra u otro material, que se levantan en plazas, avenidas y calles. Figuras míticas y personalidades de la política y del arte, y de tanto en tanto, sorprendentes figuras de personas o animales.

Están ahí y parece que fue desde siempre. Testigos mudos de logros, penurias y rutinas. Las esculturas levantadas en homenaje a diferentes personajes históricos, son testimonios de la memoria colectiva.

RETROSPECTIVA

El busto de Simón Bolívar, del escultor Fremiet, ubicado en la Casa de Gobierno, fue una donación de la colonia francesa que se entregó al Prefecto. Éste lo llevó al Parlamento, pero para agosto de 1926 el presidente Hernando Siles dispuso que se quedara en el Palacio Quemado.

Para 1920, la colonia italiana había encargado el regalo a la ciudad que la había acogido, tras reunir los fondos necesarios. El monumento a Cristóforo Colombo, obra del italiano Giuseppe Graciosa, destaca en pleno centro de El Prado. Desde su pedestal de mármol blanco de carrara, a casi tres metros de altura, Colón —que sostiene un mapa y el timón del barco que le llevó a las costas del Nuevo Mundo— es un mudo testigo de la intensa actividad en esa arteria.

En esos años, la colonia española reunió dinero para regalar a La Paz una figura de la reina Isabel de España, conocida como Isabel la Católica. La obra de Jaime Otero se instaló en la llamada plaza del Óvalo, en lugar de un parque infantil poco concurrido.

Hasta 1930 se colocaron casi una treintena de monumentos y hasta finalizar el siglo XX se sumaron numerosos bustos y efigies que recuerdan gestas y acciones épicas.

Algunos monumentos fueron trasladados de un lugar a otro y terminaron por extraviarse o acabaron en fundiciones. El monumento a Abaroa, la estatua de La Paz y el soldado del Batallón Colorados se perdieron y como éstos, por lo menos son cien que quedaron en el olvido.

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