Los TIPNIS, a un año de represión



El país en todo el tiempo de su vida republicana ha tenido que soportar situaciones controvertidas que atentaron contra los derechos humanos, especialmente en tiempo de dictadura; pero en ningún caso pasó algo similar a lo ocurrido el domingo 25 de septiembre de 2011, cuando el Gobierno dispuso una dura represión en contra de los campesinos que integraban la 8va. Marcha Indígena en defensa del Territorio Indígena y Parque Nacional Isiboro Sécure (TIPNIS), territorio por el que, con persistencia que lastima, el régimen del MAS pretende construir la carretera villa Tunari-San Ignacio.

Una parte de dicha vía ya fue construida antes de que los campesinos reclamen sus derechos y pretendan evitar que el territorio sea dividido; pero, para evitar la continuación de una obra contraproducente para esa región que es reserva nacional, no sólo los integrantes del TIPNIS pretendieron que se paralicen las obras sino que la población nacional, al ver la magnitud del daño que se haría, pidieron que no continúen los trabajos y que, de ser imprescindible esa carretera, se haga los desvíos precisos que técnicamente son posibles, pero que los caprichos y la insistencia para justificar un crédito brasileño, determinan que las obras sean realidad conforme a los diseños originales.

Los campesinos del TIPNIS actuaron en defensa de sus derechos conforme a los textos constitucionales, pero pese a los muchos argumentos del Gobierno de “respetar los derechos originarios y lo que señalan las leyes”, mandó reprimir la marcha y lo hizo con una fuerza policial increíble contra niños, mujeres, ancianos y hombres; para nadie hubo respeto y el ultraje y la humillación fueron compañeros de los abusos que se infligió a los integrantes.

Tanto la comunidad nacional como la internacional protestaron y reclamaron por los abusos; se pidió al Gobierno que evite acciones semejantes e identifique a los autores intelectuales y materiales del hecho que avergonzó a toda Bolivia y dejó, una vez más, una herida profunda en la conciencia de un país que estuvo en todo momento en contra de una vía contraria a los intereses nacionales y, sobre todo, atentatoria contra los derechos de campesinos del TIPNIS. La manipulación de la justicia, el hacer la “vista gorda” ante los hechos y pretender que “se defendía la construcción de una carretera necesaria para el país”, han sido argumentos contrarios a los derechos humanos, pero que favorecieron a sus autores, alejados de toda posición de valentía y honor. Se decidió “ignorar lo ocurrido” y se optó por “no reconocer” a los autores, que sólo quedan grabados en la memoria del pueblo.

Los campesinos del TIPNIS con su novena marcha han demostrado cuán profundas son sus convicciones sobre sus derechos y la razón constitucional que les asiste por conseguir que se les reconozca su condición de ciudadanos bolivianos y lo que les corresponde conforme a ley. Las lecciones dadas por todos los integrantes de Isiboro Sécure quedan como un ejemplo de bolivianidad, de amor al terruño y de defensa de sus libertades y derechos y nadie, por el poder que tenga, logrará borrarlos de sus sentimientos.

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