El Museo Nacional de Arte invita a conocer el grabado en Bolivia



BAILE DE LOS SURI SICURI, DE ALCIDES D‘ORBIGNY, VIAJERO DEL SIGLO XIX.

El Museo Nacional de Arte (MNA) y la Fundación Cultural del Banco Central de Bolivia organizan conjuntamente la exhibición “El grabado en Bolivia” para mostrar la evolución que tuvo esta disciplina desde sus inicios hasta una época contemporánea a través de 50 grabados, para hacer dialogar a distintas generaciones que renovaron con sus propuestas esta técnica. La muestra se inaugurará hoy a las 19:00 en la sala temporal de MNA.

Las primeras copias de grabados que llegaron de Europa en los siglos XVII y XVIII fueron sobre temas religiosos, estas sirvieron de modelo para replicarlos en pinturas por artistas mestizos e indígenas en el proceso de evangelización. Muestras de ello tenemos en la pinturas de Gregorio Gamarra, Leonardo Flores y otros cultores de la escuela del Collao y Potosí, principales centros que producción artística. Durante la república, prácticamente los cultores fueron muy pocos y casi no existen copias como testimonio, solamente litografías de uso comercial, sobre todo.

Como señala la curadora de esta muestra, Fátima Olivarez, es en el año 1964, que se inaugura en La Paz el primer taller de grabado en metal del Centro Boliviano Brasilero. En este taller se capacitaron importantes cultores que luego fueron docentes en la carrera de Artes de la Universidad Mayor de San Andrés (UMSA) y la Academia de Bellas Artes. A comienzos de la década del ochenta, los artistas gráficos tuvieron un notable repunte, con muestras de grabadores extranjeros, muestras de grabadores brasileros y de artistas bolivianos. En esta época exhibieron sus obras Alfredo Da Silva y Hugo Rojas Lara.

El año 1978 se reabrió el taller a cargo de Solange Guzmao, artista brasileña que animó desde esos años la producción de grabado en metal, trasmitiendo sus experiencias en las diferentes técnicas y generando un renacimiento de la gráfica boliviana. El taller fue cancelado, sus herramientas y el tórculo y otros enseres fueron distribuidos a grupos de artistas, lo que generó un vacío en la formación de las nuevas generaciones.

La idea de que las piezas de grabado, por su cantidad, no tienen un valor al igual que un original, depreció el valor real de cada pieza. La falta de una política de apreciación de esta disciplina contribuyó a que las nuevas generaciones optarán por otras disciplinas. La muestra compuesta por más de cincuenta grabados, permanecerá expuesta al público, en el Patio de Cristal del Museo Nacional de Arte, hasta el domingo 9 de diciembre.

 
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