Sucede hasta en las mejores familias

Cómo no le iba a pasar a Hoyos



La notable obra clásica musical bau­tizada por Carl Orff, su recopilador más importante, como Cármina Bu­rana, nos habla de la lucha per­ma­nente de la vida, que unas veces nos encuentra arriba, otras muy arriba, y de pronto la nada, rozando el suelo y a punto de entrar en los mundos infiernos. Nada se parece más a la vida que el fútbol, que en una semana tiene como héroe a una persona y, a la siguiente, no es más que un villano.

Con el advenimiento de la Liga del Fútbol Profesional Boliviano, apa­re­cieron en el país figuras de una gran personalidad, que con apenas po­cos años, daban muestras de una capacidad impresionante. Ese fue el caso de Evert Hoyos, un arquero que no pasaba de los 18 años, cuan­do le ganó el puesto de titular en Oriente Petrolero a Ladislao Gi­ménez, el legendario aquero pa­ra­guayo que hizo escuela en San Cruz, y vino a La Paz y dio una demostración espectacular de su juego. Era la época en la cual le melena estaba de moda y el pelo, más o menos largo, no era una incomodidad, a pesar que desde la tribuna llovían los gritos debido esa apariencia. En el primer partido que jugó en La Paz, Oriente Petrolero derrotó a Bolívar en el estadio Luis Lastra (el Siles estaba en remodelación), y su actuación fue soberbia, al extremo que Oriente ganó el partido gracias a sus no­ta­bles atajadas, en una palabra terminó por convencer que era un arquerazo, y en realidad lo era. Tuvo a lo largo de varias temporadas, picos muy elevados y nada más lógico que lo llamaran a la selección nacional.

Fue denominado, en for­ma acertada por cierto, como el futuro del balompié boliviano en materia de arqueros, pero como todo en la vida, hay momentos en los cuales, el señor del tridente y los cuernos mete la cola para dejar mal parado a cualquiera, a pesar de la capacidad que se muestre. Hoyos no podía ser la excepción a la regla y en un cotejo en el ya remodelado estadio Siles, una no­che invernal, en el cotejo que Orien­te Petrolero disputaba con el Always Ready de La Paz, en una jugada común, el arquero cruceño salió a tomar la pelota frente a un atacante y la embolsó como los grandes, con estilo y categoría; es más, muchos de los que vieron esa jugada re­cuer­dan que pocas veces en su vida vieron embolsar una pelota tal como lo había hecho Hoyos en aquella oportunidad.

Por esas cosas que tiene el fútbol, el delantero del paceño se quedó merodeando cerca del área y presionó al portero. Hoyos dejó que se fuera y en forma inmediata quiso entregar el balón a su compañero, el marcador de punta derecha, en la zona de Preferencia, los reflejos y la visión periférica del arquero le hicieron ver que también cerca de su compañero estaba un adversario, ya con el brazo estirado, lo recogió gracias a esa visión y sus reflejos y cuando dobló el brazo para traer la pelota a su cuerpo, el esférico se le escurrió entre los guantes y fue a dar, en cámara lenta, al fondo del arco de Oriente Petrolero, ante la desesperación y la sorpresa del propio guardameta, que en ese mo­mento lamentó tener mejores re­fle­jos que Bruce Lee. El hincha de Always (por aquel entonces el equi­po de Miraflores contaba con mu­chos seguidores), en vez de gritar gol soltó una sonora carcajada cuyo eco aún debe escuchar el notable arquero nacional.

Oriente Petrolero perdió ese cotejo, que muchos re­cuer­dan fue un gran partido, por diferencia de más de dos goles, pero indudablemente la comidilla fue la acción de Ever­tHo­yos que no en­con­traba consuelo para su in­for­tu­nio.

En ámbito internacional una metida de cola por parte de don “Sata”, se recuerda con imágenes incluidas. René Higuita, el arquero de Co­lom­bia en el Mundial de Italia 90, quiso salir jugando frente a Roger Milla, de Camerún, la acción culminó con el africano festejando el gol en la esquina del córner y con el co­lom­bia­no desparramado por el suelo, también inconsolable. La vida está hecha de altas y bajas, si no están de acuerdo, sólo escuchen Cármina Burana y lo comprobarán.

DATOS Y APUNTES

CON LAS MANOS, “CÓNDOR.”

Está aún fresco en la memoria de los hinchas de todo el país. Mauro Machado, el arquero de La Paz FC, se mandó una jugada que jamás se le había pasado por la cabeza cuando defendió su pórtico en los tor­neos de la Liga. Vaya uno a saber por qué, en un mo­men­to de inspiración copera, el brasileño quiso sacar de la galera una jugada a lo Gatti y así le fue. Luego la des­afor­tunada intervención le pasaría factura, ya que no es posible mantener la serenidad cuando se produce una falla de tal magnitud.

LE PASÓ TAMBIÉN AL MEJOR

Uno de los mejores arqueros de la his­to­ria del fútbol bo­li­via­no, el inolvidable Griseldo Cobo, tuvo su “tarde negra”. Bolívar ne­cesitaba ga­nar o empatar el último par­ti­do del tor­neo paceño, el clá­sico. Cuan­do res­ta­ban dos mi­nu­tos para el final del en­cuen­tro, los ce­les­tes ya fes­te­jaban. Sin em­bar­go, un tiro de es­qui­na lan­za­do por Nilton Pin­to, fue a dar a las manos de Co­bo, y quiso salir rápido, pero se arrepintió y el esférico se le escurrió s. Bas­tida, que estaba cerca, tocó y puso el dos a uno final.

EL GRAN GALARZA SUFRIÓ

Qué casualidad, también fue en un clásico. Aunque este no definía nada, sólo el or­gu­llo de ser el ganador. El par­tido estaba empatado a cero. Una corrida de Juan César Silva, terminó con el celeste fuera de la cancha y casi cer­ca de la tribuna. El jugador se devolvía sobre sus pasos cuando Luis Galarza dejó, increíblemente, la pelota en el suelo. Ni corto no pe­re­zo­so, Silva quitó y puso el uno a cero, que provocó un enor­me lío entre los celestes, ati­grados y el árbitro.

 
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