Bolivia reclama su mar

Luis Asturizaga Salmón

En el aciago 23 de marzo de 1879, Chile causó a Bolivia un daño enorme al invadirla y privarle de sus amplias y ricas costas, aprovechando que las mismas estaban desguarnecidas.

Los bolivianos recordamos esta fecha con el más profundo sentimiento de protesta, porque se trató de una actitud incomprensible, de la privación de un elemento vital e indispensable para la vida de los pueblos.

Por eso dicha actitud no tiene justificativo, menos porque nuestro territorio fue invadido aprovechando circunstancias por demás reprochables, lo que no tiene nombre en la historia de la humanidad.

La República de Bolivia, que emergió de la Asamblea Constituyente reunida en Sucre, fue uno de los países más grandes y poderosos de la América morena, porque en su territorio se encontraban las riquezas más grandes del continente. Pero la ambición hizo que nuestro país fuera invadido por las huestes chilenas, ocasionándonos un daño enorme al privarnos de mar.

El daño que nos infirió Chile no sólo fue territorial, no otra cosa significa que pretenda ejercer su influencia económica sobre Bolivia aprovechando sus recursos naturales, como las aguas del río Lauca, que fueron desviadas, el cobre y otros que le dieron ingentes ingresos económicos, constituyéndose en uno de los países más ricos de Latinoamérica.

Cabe mencionar que Bolivia nació a la vida independiente con una costa extensa, desde el río Lauca al Norte, hasta el río salado al Sur, con cuatro puertos mayores: Antofagasta, Mejillones, Cobija y Tocopilla y siete caletas menores. En este inmenso territorio se descubrió mantos salitrales, depósitos de guano y otras riquezas naturales, situación ante la cual abrieron sus ojos Chile, comenzando un proceso de conquista.

El presidente chileno Manuel Bulnes fue el iniciador de esa política, quien en 1842 envió una comisión exploradora encargada de recorrer desde Coquimbo hasta Mejillones, la misma que dio un informe ampliamente favorable a su Gobierno, que inmediatamente presentó al Congreso un proyecto de ley por el que se declaraba de propiedad chilena las Guaneras del desierto de Atacama. Aprobado en ambas cámaras, el proyecto llegó a ser ley el 31 de octubre del mismo año. Esta ley invasora e inamistosa fue motivo de reclamación por el Gobierno boliviano, sin merecer alguna respuesta. Contrariamente, al año siguiente Chile creó la provincia de Atacama, para confundir esta nueva provincia con Atacama boliviano, ya que este nombre por primera vez y sólo desde entonces, figura en su mapa geográfico.

Por este motivo y a más de 100 años de enclaustramiento, nuestro país luego de recurrir a organismos internacionales, como la Organización de Estados Americanos, no ha podido solucionar su problema, por la influencia que ejerce el país vacino en ese organismo. Sin embargo y gracias a una visión basada en el derecho indiscutible que nos asiste, se tuvo que recurrir a un organismo de puro derecho, como es la Corte Internacional de La Haya, donde esperamos sea tratada nuestra demanda en el marco de la justicia y el derecho.

Que el 23 de marzo, Día del mar, nos una a los bolivianos sin odios ni rencores y bajo un solo propósito: volver a nuestro Litoral.

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