CINE

Emma Stone: “no le temo al fracaso”



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Una mirada felina, su melena pelirroja, su rostro pecoso y sus aplaudidas elecciones sobre la alfombra roja, han convertido a Emma Stone en uno de los fichajes must de la industria hollywoodiense. La actriz, se encuentra de promoción con la última película de la saga Spiderman, The Amazing Spiderman 2, y los paparazzi la asedian.

A solas y en Francia, durante un alto de las premières europeas de El sorprendente Hombre Araña 2: la amenaza de Electro, la nueva novia de Hollywood –según la crítica–, habló de cómo vive el amor dentro y fuera del set con Andrew Garfield (30), y sobre la fama, la moda y el futuro desde su particularísima mirada, en una entrevista con Sebastián Soldano de la revista Gente.

–¿CUÁL ES EL EFECTO DE UNA VIDA TAN SECRETA COMO LA DE PETER PARKER?

–¿Pero qué podría atraerles? No hago cosas raras y vivo en Nueva York, una ciudad en la que se ven en cada esquina personalidades mucho más interesantes que la mía.

–ASÍ ES LA FAMA.

–Desde Spiderman y mi relación con Andrew (Garfield, 30), los fotógrafos están más pendientes. Me pasa que hay personas que se quedan mirándome fijamente y preguntan: “¿De dónde te tengo? ¿Fuimos al colegio juntos?”. O al pagar en una estación de servicio me dicen: “Aquí está su cambio, señorita Stone”. La fama es algo muy raro...

–LOS PRONÓSTICOS SON ALENTADORES. ¿ESTÁS PREPARADA?

–Por suerte tengo una familia (sus padres, Jeff y Krista, y su hermano menor, Spencer) que sería capaz de patearme las costillas si alguna vez, aunque sea por un minuto, me pierdo en las nubes. Además, no entiendo cómo una puede interpretar situaciones humanas en la pantalla si no es capaz de caminar normalmente por la calle.

–¿HA SIDO UNA VENTAJA TRABAJAR CON TU PAREJA?

–Lo siento, no hablo de mi vida personal (risas). Pero esto es profesional, tú sabes...Trabajar con Andrew fue una experiencia maravillosa. Es vivaz, sensible y gracioso como Peter. ¡Nunca sabes qué puede pasar cuando está presente! Aprendí mucho a su lado, pero siento que debo mejorar un billón de cosas para volver a trabajar con él, hace que deba estar más compenetrada en cada línea.

Sobre lo impiadosamente ortodoxos que suelen ser los fanáticos del comic, Emma confiesa que temió aceptar el rol de Gwen Stacy: “Sentí la presión. Los lectores de Marvel son muy exigentes; en los foros, los comentarios eras duros.

Me objetaban hasta que sea pelirroja, porque Gwen es rubia. De todos modos, nada fue más fuerte que el hecho de versionar este personaje: Gwen es trágica, épica, una damisela en peligro y una mujer de decisiones claras. Ser la novia de Spiderman es algo muy loco”.

¿CUÁL ES TU FUERTE EN LA ACTUACIÓN?

–No le temo al fracaso. Y se lo debo a mi formación en el teatro de improvisación. Te prepara para estar siempre dispuesta al ridículo. No actúo para impresionar a la gente, sino para despuntar diferentes facetas de mí misma, que me sirven en situaciones incómodas o ante personas a las que no les gusto.

–VOLVAMOS A GWEN...Y TI. ALGO PASÓ EN EL FAMOSO LABORATORIO OSCORP.

–¡Ojalá me hubiese motivado así para aprender ciencias duras durante el secundario! No sabía que me gustaba tanto la biología hasta los ensayos de Spiderman, cuando vi a los técnicos trabajando con células madre. Tal vez tenga inspiración: mi tía, que vive en Alemania (trabaja en Merck), llevó a Estados Unidos una vacuna contra la varicela y está trabajando en otra anti HPV.

Hace algún tiempo, Emma encabezó una campaña femenina para la prevención del cáncer. “Fue por mi madre. Ella es una sobreviviente”. Las dos patitas de mirlo, tatuadas en una de sus muñecas, son testimonio: “Simbolizan su triunfo.

Fueron diseñadas por Paul McCartney (a quien conoció a través de Woody Harrelson, mientras rodaba Tierra de zombies), porque su canción favorita es BlackBird de Los Beatles”.

–¿TE GUSTARÍA HABER TERMINADO EL SECUNDARIO?

–La ciencia me motivó... Y la actuación, que te permite asumir tantas profesiones, hizo que despertara mi interés por muchos temas. Ahora quiero estudiar biología.

–¿CREES QUE ES TENDENCIA LA IMPORTANCIA DEL ROL DE LAS MUJERES EN EL CINE FANTÁSTICO?

–Sin duda, Jennifer Lawrence (The Hunger Games) es un ejemplo inspirador para muchas niñas. La mitad de la audiencia es femenina. No es casual que los últimos films más taquilleros sean protagonizados por mujeres fuertes. –Hablando de ello, sé que tienes cierta debilidad por Diane Keaton.

–La adoro. ¡Es tan verdadera, y con una belleza única! Veo cualquier película en la que ella haya actuado (también sigue a Paulette Goddard y Carole Lombard).

–Emma define la belleza como “la confianza que se tiene sobre sí misma”. Es imagen de Revlon e ícono de firmas como McQueen, Giambattista Valli, Burberry y Gucci. “Mamá siempre me aconsejó que me vistiese para mí. Soy yo misma; la moda, un experimento divertido. Apuesto a la individualidad en todo. Me hace gracia que se fijen en cómo me visto. Tal vez sea por madurez o porque realmente no me importa. Ella misma trabajó con las vestuaristas de Spiderman. “También desde su look quise que Gwen sintiese como Gwen”, define.

–Habiendo crecido como fan de Lucille Ball, y con tu mirada sobre el nuevo protagonismo femenino, ¿te animarías a producir o guionar?

–¿Comedias, por ejemplo? ¡Absolutamente! Pero es un trabajo duro... Aún me falta aprender. Por el momento escribo para mí. Incluso llevo una especie de diario.

–¿POR QUÉ TANTA FASCINACIÓN POR LA COMEDIA?

–Porque para mí la felicidad es estar rodeada de gente que me haga reír. De niña era tan seria que debí convertirme en graciosa (a los 14 eligió ser pelirroja precisamente por eso). Y no lo hice por convicción, sino como mecanismo de defensa ante el mundo. No me gustaba hablar de mi vida privada, ser íntima con extraños. Y el humor fue la herramienta: un chiste siempre te hace menos vulnerable.

Emma –paradójicamente aracnofóbica, confesa fanática del dulce de leche, reticente a los perfumes por ende adepta a las fragancias (como La Nuite), amiga de Mila Kunis y Taylor Swift, y nueva musa de Woody Allen– no la inquieta la ausencia de un próximo proyecto: “No malgasto tiempo haciendo hipótesis absurdas de cómo será mi vida. Prefiero disfrutar lo que vivo, y no es que tenga bajas expectativas... Es que simplemente no las tengo”. Dice “adiós” con la mano y se va como a saltitos. Tras sus pasos, la suite huele a jazmín.

 
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