Segunda Guerra Mundial

Verdadera historia del desembarco en Normandía

Hay una larga historia de pasiones, frustraciones y grandezas antes y después del Día D, del que se conmemoró 70 años.


Para el desembarco en Normandía se movilizaron 175.000 soldados, 50.000 vehículos, más de 5.000 buques y 15.000 aviones.
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Sin duda, el desembarco en Normandía fue una tarea gigantesca, la más grande que presenció la humanidad en la conjunción de equipos, de nueva tecnología, de ingenieros, de militares capacitados para lograr el operativo. Pero, dentro de la historia de la Segunda Guerra Mundial no es un logro magnífico, estruendoso, único. O definitivo, publicó Infobae.

Desde hacía tres años que Stalin, solitario en la lucha contra los nazis venía pidiendo que se abriera el frente Occidental. Que Estados Unidos demoró en concretar en demasía. Invadido en 1941, tras la ruptura del Pacto Molotov-Von Ribbentrop que se firmó en 1939, el dueño del Kremlin había sido sorprendido en una supuesta credibilidad que tenía con Hitler.

Innumerable cantidad de espías le habían adelantado sobre la invasión alemana. Incluso Churchill le mandó mensajes cifrados poniéndolo en alerta, diciéndole que se preparaba una ofensiva colosal, lo que luego resultó la “Operación Barbarroja”. Pero Stalin no lo creyó. Así fue como Hitler, en dos meses de carrera desaforada llegó a menos de 60 kilómetros de Moscú, bloqueó a Leningrado (hoy San Petersburgo) iniciando una condena inhumana de hambre que duraría tres años y capturó dos millones y medio de soldados rusos a quienes mandó a retaguardia y luego los mató de inanición en los campos de concentración.

El Ejército Ruso estaba desvencijado. En las purgas políticas de 1936 y 1937 Stalin había ordenado el apresamiento, el fusilamiento y el envío a Siberia de 10.000 oficiales, además de torturar y matar al Jefe del Ejército, el brillante estratega M. Tujachevsky. Todo por un ataque de paranoia e inconsciencia. Al atropellar los alemanes los campos rusos Stalin se vio obligado a convocar a las armas a muchos de esos oficiales en el exilio asiático y varios de ellos se convirtieron, con el tiempo, en héroes de guerra, en generales arremetedores.

Tras la rendición de Francia, en el inicio del conflicto, un país que quedó bajo el liderazgo colaboracionista, Inglaterra se sumió también en la soledad total, al comando del genio de Churchill. La isla fue sometida a un bombardeo constante y sin piedad y se conoció una lucha heroica de los aviadores británicos.

Estados Unidos estaba dominado por la estrategia “neutralista”. Los principales políticos demócratas y republicanos se resistían a entrar en esa Segunda Guerra. En muchos, la neutralidad podía confundirse con una admiración por el fascismo, en la medida que Mussolini y que Hitler eran la firme promesa de acabar con el comunismo.

Y esos neutralistas lograban paralizar, al presidente F. D. Roosevelt. El Jefe de la Casa Blanca buscaba ayudar a Gran Bretaña y alcanzó a enviarle refuerzos de guerra desde 1939, equipos varios y muchos elementos indispensables y varios de sus barcos fueron tirados al fondo del mar por los torpedos de los submarinos alemanes, que azotaban el tráfico marítimo en el Atlántico Norte.

El Ejército Norteamericano, para peor, era diminuto porque la Gran Depresión de los años treinta se había traducido en una reducción a fondo del presupuesto militar. Así fue que cuando se produce el ataque alevoso de Pearl Harbor, en Hawai, Roosevelt encuentra la fuente inspiradora para ir a la guerra con los ojos cerrados. Y como Hitler era aliado de los japoneses comete la tremenda torpeza de declararle la guerra a los Estados Unidos. Los estadounidenses comenzaron a ser reclutados, aunque mucho no sabían contra quien pelearían. Hay mucha bibliografía que avala este desconocimiento extendido.

Por eso mismo Estados Unidos necesitó tres años para prepararse desde el territorio americano y desde Inglaterra en pegar el gran salto. Además tenía que lidiar en dos frentes. El Atlántico y el Pacífico. En el Atlántico comenzó a batallar con éxito sobre los batallones alemanes de Rommel en el norte del África y cuando lo venció, junto con los ingleses, se desplazó hacia Italia, desembarcando en Anzio. Y subiendo hacia el centro del viejo continente.

De todas maneras el gran esfuerzo, la mayor cantidad de víctimas norteamericanas, el tremendo dolor de las pérdidas se los llevó la guerra en el Pacífico. Una lucha desaforada, saltando de isla en isla, con un costo en víctimas impresionante. Por el contrario, tras el desembarco en Normandía, norteamericanos, ingleses y franceses fueron avanzando lentamente hacia el corazón de Alemania y en las Ardenas fueron paralizados, con un costo de muertos apreciable. Otra paralización la sufrieron en Montecassino, en la mitad de la bota italiana donde los alemanes, parapetados en un monasterio, frenaron el avance norteamericano a lo largo de un mes.

¿Quién cargó con el mayor costo en esa Segunda Guerra Mundial en el continente Europeo? Fue Rusia. Stalin no pidió a su población que combatiera por el comunismo. Su lema era “defender a la Santa Madre Rusia”. Debió reclamar a los gritos por la defensa de la patria. Y sacarse de encima a los nazis le costó 25 millones de muertos. Más de 11 millones de soldados. Y 14 millones de civiles bombardeados, fusilados, masacrados.

En la batalla de Stalingrado (diciembre de 1942-enero de 1943), cuando los soviéticos vencen a los alemanes, comienza el retroceso fenomenal de las tropas de Hitler. Stalingrado solamente representó un millón de soldados muertos. Y el mazazo terminal lo darán los rusos en la batalla de Kursk, con un impresionante despliegue de artillería y tanques de última generación. Fue, con esos dos enfrentamientos, donde Hitler comenzó a preparar su tumba. El frente occidental, tras Normandía ayudó muchísimo, pero los primeros en recorrer miles de kilómetros y llegar a Berlín y plantar la bandera roja en lo alto del Reichstang fueron los soldados rusos.

Son los historiadores ingleses y las últimas investigaciones las que ponen la realidad en los términos que se merecen. Stalingrado y Kursk iniciaron, con sus triunfos, el exterminio del nazismo en Europa. Por: Daniel Muchnik.

 
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