Desde hace pocos años la sociedad boliviana está sometida a una suerte de filosofía medieval que consiste en la práctica sistemática del Derecho Natural, doctrina basada en el derecho ideal, en la razón y la “naturaleza” humana y que, al mismo tiempo, es una variedad de la ley divina, relacionada con el libre albedrío.
Esa orientación del pensamiento, más que un programa ideológico, es característica de revoluciones pequeño burguesas, que es cuando alcanzaron su mayor difusión. Junto con la emergencia de ese Derecho Natural apareció también el voluntarismo que sostiene que lo inmediato no es el pensamiento sino la voluntad, siendo esta la base de todo lo existente.
Esa actitud voluntarista (que es también el libre albedrío), vale decir hacer lo que le pida el cuerpo o lo que a uno le venga en gana, niega el progreso histórico, mira al pasado y es hondamente pesimista. Es más, desdeña la realidad y es ajena a los intereses más vitales de los hombres. Al carecer de contenido ideológico, le falta objetivo. Es, por tanto, una forma de irracionalismo.
A la par de esa consideración del Derecho Natural ha aparecido también la idea de la Economía Natural, que niega la sujeción del mundo a leyes propias, y hasta considera que es imposible el conocimiento, al rechazar la cultura, los libros.
El Derecho Natural en vigencia en el país se considera independiente del Estado, al igual que opinaron Sócrates y Platón. Ignora que el derecho se estructura como un sistema de normas y de reglas de conducta establecidas por el poder del Estado, que está garantizado por su fuerza coercitiva. De ahí nace el libre albedrío.
El Derecho Natural, vigente en Bolivia, es ajeno a formas concretas del derecho, como formación económica también específica. De esa concepción sobre el Derecho Natural nace la idea de la Economía Natural y se combinan en la práctica. Sus manifestaciones en Bolivia son frecuentes y numerosas. Es más, la idea de la Economía Natural se ha convertido en ideología oficial a partir del momento en que el Presidente del Estado plurinacional (y ahora plurinominal) estableció el principio de “le meto nomás”, afirmación aparentemente inocente, pero que es una expresión voluntarista, de libre albedrío y voluntarismo, adoptada además por la burocracia estatal sumisa al poder superior.
A esa actitud se suman otras teorías anexas, como atribuir a las piedras atributos sexuales, negar importancia a la lectura de libros, o dedicar estrofas sexistas a las mujeres, así como hacer actos volitivos irrespetuosos, contrarios a las costumbres respecto a la moral.
El Derecho Natural engendró la idea de la Economía Natural, que ha sobrepasado toda lógica. Como la mujer de Lot, propone el retorno al pasado, admira la justicia comunitaria, es partícipe del linchamiento, niega la lógica y hasta la moral, intereses de la sociedad que se expresan como preceptos y apreciaciones generalmente aceptados y espontáneamente constituidos, y que respalda la fuerza del ejemplo masivo, las costumbres, los hábitos y de la opinión pública. En síntesis, avatares del destino imponen al país las normas del Derecho Natural.
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