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PLAZA MURILLO, ESCENARIO DE UNA “TERCERA CÁMARA” LEGISLATIVA.
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LA ”TERCERA CÁMARA”

Por ahora, sin quitarle la grandeza histórica a la plaza Murillo de la ciudad de La Paz, es justo referirnos a la “plaza principal” en la que, además de bandadas de palomas, pululan periodistas y aprendices de lo político.

Cierran esta hermosa plaza, además del punto cero de la ciudad, los vetustos edificios del Palacio de Gobierno; el Palacio Legislativo , la Gobernación y hacia la parte norte, la Cancillería que aún tiene en áreas de su frontis, perforaciones de bala que impactaron durante un alzamiento policial anterior al “cambio”.

Frente al Legislativo, existe un espacio libre de palomas. En él, a manera de “pasear” los políticos en desuso o en campaña de coyuntura, se encuentran “casualmente” con los periodistas acreditados en la Asamblea Plurinacional o en el Palacio Quemado y aprovechan para hablar de cualquier tema. Resultado: son noticia.

En este escenario, a veces se establece una especie de “tercera cámara legislativa” para refutar desde fuera a diputados y senadores o en su defecto para aplaudir el trabajo que realizan.

También utilizan este espacio, a modo de ruedo español, para enfrentamientos verbales como el reciente caso de dos personas, que se agredieron de palabra e “hicieron noticia”, como si una gresca callejera fuera suficiente aval para ser publicada bajo el respetable título de controversia política.

Citamos también que en esta “tercera cámara” fuera del Legislativo tiene su metro cuadrado la bancada del Partido Demócrata Cristiano que sesiona sin campanilla alguna.

Volviendo a la plaza Murillo de hoy, vienen a nuestra memoria intentos destinados a cambiar tan ilustre nombre. Proyectos que además de inútiles, constituyen un boomerang para sus autores pues, la tea que dejó encendida Pedro Domingo Murillo un 16 de julio de 1809, quema a sus detractores, sobre todo, en el puntaje de las encuestas. (Clovis Díaz de Oropeza F.) (clovisdiazf@gmail.com)

NUBE INFORMÁTICA

Con cierta resonancia, circuló el proyecto de la senadora Nélida Sifuentes, para crear una “nube informática” que proteja la producción digital que circula en sistemas de la red internet, incluidas páginas web en base a tres componentes: seguridad, privacidad y alta disponibilidad para los usuarios bolivianos.

Según los entendidos, la nube informática almacenaría y resguardaría la información nacional estatal y privada, que hoy parece desprotegida y por lo tanto relativamente fácil de “hackear” por intereses ajenos, muchos de ellos estratégicos y hasta contrarios a nuestro país.

Hace algunos días atrás, varias páginas del Estado boliviano fueron “hackeadas” por expertos, supuestamente ubicados en Chile, como acompañamiento a las declaraciones nada pacíficas del ministro de Relaciones Exteriores de ese país, Heraldo Muñoz.

La “nube” permitiría almacenar grandes archivos sin importar su formato y tener una amplia base de datos de empresas públicas y privadas del país disponible en cualquier circunstancia y, lo más importante, información cerrada a sistemas no bolivianos.

Sin embargo surge una razonable duda desde cualquier punto de vista político: ¿En qué medida, la nube informática propuesta por la senadora Nélida Cifuentes, vulneraría o no, a los usuarios bolivianos, que actualmente utilizan las redes virtuales como trinchera de ataques y respuestas contra el Gobierno?

 
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