[Manfredo Kempff]

Lamiéndose las heridas


El Movimiento al Socialismo (MAS) está lamiéndose la heridas que le provocó su revolcón con los grupos opositores en el país. Mordió, pero lo mordieron peor. Le salieron al paso los cruceños como era de esperar; aunque la paliza más dolorosa la recibió en las calles, laderas, planicies, pueblos y aldeas de La Paz y El Alto. Y luego algunos mordiscos dolorosos en el resto de la república.

Lo que ha desconsolado más al oficialismo es que en estas justas regionales S.E. ha perdido fuerza. Ya no creen, ni los propios indígenas, que este jefe que surgió en los cocales, sea imbatible. Se quiere disimular la derrota alegando que los candidatos fueron mal elegidos, lo que es cierto. Pero, dígase lo que se diga, es una ingenuidad absoluta pensar que sin la anuencia de S.E. la sospechosa señora Huanca y el más sospechoso señor Patana iban a ser candidatos nada menos que a la Gobernación de La Paz y a la Alcaldía alteña.

¿Sigue siendo el MAS el mayor partido de Bolivia? Desde luego que sí y con ventaja. En los departamentos, fuera de los Demócratas de Costas que ya pisan fuerte en Santa Cruz, Beni y Cochabamba, y de Samuel Doria que tiene lo suyo, las tiendas políticas son regionales. Son las regiones las que han derrotado a los candidatos masistas, aunque S.E. ejerciera de jefe de la campaña perdida. ¡Vaya que hay líderes que pueden ser decisivos a corto plazo! Corto plazo son cinco años. Ya se vislumbra que alguno de ellos asumirá el liderazgo nacional de repudio al prorrogismo y la corrupción reinantes.

El MAS se está lamiendo sus heridas pese a la forma artera con que, a través del Tribunal Supremo Electoral (TSE), liquidó a algunos adversarios antes de las elecciones, al extremo que los siempre tibios veedores de la OEA y NNUU quedaron impresionados por tanta matufia, jamás vista según ellos mismos. Y no conformes con eliminar rivales antes de los comicios, los oficialistas se empeñaron a fondo en hacerlo después, como es el caso de Chuquisaca. Lo de la Gobernación de Tarija quedó en una nebulosa que no permite identificar lo sucedido, pero que hace suponer lo peor.

El TSE y la mayoría de los tribunales departamentales han sido la punta de lanza que ha utilizado el Gobierno para abrir brechas profundas en las frágiles urnas. Y ese alto Tribunal ha sido obediente servidor del Poder para interpretar de la manera menos digna sus exigencias. Afirmar que muchos de los funcionarios encargados de guiar el proceso electoral no son afines al MAS es algo que nadie se lo cree. Los medios informativos se han encargado de mostrar fotografías de vocales electorales con banderas azules en las concentraciones del partido de gobierno o jurando con el puño izquierdo en alto a la usanza masista. O como se ha denunciado, una vocal del TSE reprodujo hasta mensajes vía “Twitter” de personajes gubernamentales. Es algo que no se había visto durante todo el proceso democrático, donde hubo momentos oscuros, de mucha desconfianza, como también de plena decencia y lucidez. Esto último ya no se conoce en Bolivia.

Lo sucedido en el Beni con la postulación de Ernesto Suárez a la Gobernación, fue un acabado ejemplo de engaño prohijado desde el Poder. Eliminar a 228 candidatos de un tirón a escasas horas de cerrarse las inscripciones en el TSE, enseñó de lo que es capaz de hacer este Gobierno. Milagrosamente -gracias a hábiles alianzas políticas contra el reloj- se le ganó la alcaldía de Trinidad al MAS y ahora la oposición unida está en condiciones de liquidar, una vez más, el fracasado deseo masista de doblegar a los benianos.

Matufias de la misma índole, pero post electorales, están armando la victoria oficialista en Chuquisaca. Los vocales, en gran medida puestos por el MAS como se sabe, han hecho aparecer por arte de magia una resolución que elimina los votos obtenidos por un partido político, el FRI, que sólo servirían para fines estadísticos, tal como hicieron en el Beni. Al eliminar esos votos, el candidato masista, Urquizu, obtendría un 50,81% de los sufragios en el departamento y ganaría la Gobernación sin tener que recurrir a la segunda vuelta, que es lo que se le exige legalmente.

Todo esto resulta vergonzoso y está costándole muy caro al MAS. Las heridas, aunque lamidas, siguen doliendo. Se ven los primeros resquebrajamientos en la estructura del partido. Se acusan unos a otros del fracaso electoral y todos se preguntan quiénes han sido los culpables de semejante retroceso, sin animarse a señalar también a S.E. como responsable. No se animan ni en sueños porque S.E. les ganó de mano a todos afirmando que había que sentarles la mano a los “traidores”. ¿Quién va a replicar?

Dijo que los movimientos sociales, es decir las bases, se habían equivocado, sobre todo en La Paz y El Alto. Y expresó, además, que el contraste electoral se debía al rechazo popular frente a la corrupción. ¿Quiere decir que el pueblo ha descubierto recién que los masistas son corruptos? Esto sí que no se puede entender. ¿Significa que el MAS ha tenido pésimos y corruptos candidatos sin que se entere S.E.? ¡Vaya broma!

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