Maternidad y activismo: los desafíos de Julieta Montaño



Julieta Montaño Salvatierra con sus hijos Willy, Ernesto, Wara y Ramiro Saavedra Montaño.
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El rol de madre y el activismo, son los dos grandes desafíos asumidos por Julieta Montaño, quien educó a sus 4 hijos, sin dejar de lado su compromiso con la defensa de los derechos humanos de las mujeres bolivianas y latinoamericanas. Trabajo que le mereció el reconocimiento internacional “Mujeres de Coraje”.

“Para la mujer es difícil combinar el trabajo con la atención del hogar, en mi caso tampoco fue fácil dedicarle tiempo al activismo sin descuidar a mis hijos, estar pendiente de sus estudios, su salud, etc. Felizmente la vida me premió con tres hijos que no me han dado problemas y pese a su corta edad han sido solidarios, comprensivos y colaboradores con su madre”, recordó la doctora Montaño.

La activista boliviana fue elegida por el Departamento de Estado del Gobierno de los Estados Unidos, como una de 10 mujeres de diferentes países, quienes fueron distinguidas por su trabajo excepcional y de liderazgo en la defensa de los derechos humanos, igualdad de género y progreso social, reconocimiento establecido desde el 2007 con motivo del Día Internacional de la Mujer.

“Me sorprendí mucho cuando recibí la llamada de la Embajada de los Estados Unidos avisándome que había sido seleccionada para ser una de las diez ´Mujeres de Coraje´ del mundo y que era la única latinoamericana. Nunca se me había ocurrido que lo que hacía por los derechos humanos de las mujeres podía llamar la atención”, dijo Montaño.

ACTIVISTA

Montaño aseguró que embarcarse como defensora de los derechos humanos, como opción de vida, es una vocación, en la cual no se espera reconocimiento alguno, pero que cae bien recibir uno en nombre las mujeres bolivianas y latinoamericanas, que luchan a diario por una sociedad más justa.

La activista recordó que el primer Habeas Corpus tramitado fue en favor de dos agentes de inteligencia de la dictadura, acusados de haber robado armas del servicio y que fueron privados de libertad con destino desconocido. Sus familiares desesperados acudieron a la Asamblea Permanente de los Derechos Humanos de Cochabamba, entonces se interpuso buenos oficios y gracias a la actuación del juez Arturo Arnez se ordenó la libertad de los ilegalmente detenidos.

En otra ocasión, la abogada participó en una huelga de hambre iniciada en Cochabamba, para fortalecer a las mujeres en el Arzobispado de La Paz. Montaño en ese tiempo estaba embarazada de 4 meses de su hija Wara, acción que le costó reproches duros de algunos sectores de la iglesia y grupos conservadores de la sociedad que vieron con indiferencia la violación de los derechos humanos cometidos en la dictadura.

OFICINA JURÍDICA

Hace 30 años se fundó la Oficina Jurídica de la Mujer (OJM), bajo la dirección de la abogada Julieta Montaño, organización no gubernamental especializada en la defensa de los derechos humanos de las mujeres desde una perspectiva jurídica, psicológica y social.

“El constatar que pese a haber sido las mujeres actoras importantes en la recuperación de la democracia, en los hogares y la sociedad, persistía la dictadura masculina expresada en violencia doméstica, agresiones sexuales y discriminación de las mujeres. El discurso de transformar la sociedad era de puertas afuera y que no pasaba de ser circunstancial, por eso creamos un espacio que defienda a la mujer víctima de cualquier tipo de violencia machista y discriminación”, enfatizó Montaño.

Entre los principales aportes logrados por la OJM están: visibilizar la violencia como un problema social que afecta a las mujeres, impulsar la lectura crítica de la legislación, denunciar ante instancias internacionales (ONU y OEA) las violaciones a los derechos de las mujeres, empoderar a la mujer y aportar en su formación como líder social, promover debates, sobre temas considerados tabú y desarrollar modelos de atención jurídica y psicológica a mujeres en situación de violencia que fueron replicados por instituciones del Estado y otras ONGs.

“Al ser la violencia un problema sociocultural profundamente enraizado en la sociedad, se requiere desarrollar programas sostenidos de prevención con recursos suficientes dirigidos a la población para poner un alto a la impunidad. Denuncias que no se tramitan hasta su conclusión generan un efecto estimulador grande en los agresores, quienes al ver que la denuncia no tiene consecuencia se sienten en libertad de dar rienda suelta a su machismo. La violencia tiene que ser merecedora de sanciones legales y sociales para disminuir los índices alarmantes en cantidad y crueldad”, afirmó Montaño.

La Directora de la OJM dijo que para frenar los femenicidios no bastará con crear leyes que protejan a la mujer, sino una política de prevención, en la que el Estado destine recursos suficientes para prevenir y fortalecer el sistema de justicia, de tal manera que los operadores privilegien los temas de violencia que llegan a su conocimiento, dando el tratamiento adecuado y libre de prejuicios o estereotipos.

MATERNIDAD

El conciliar el activismo con la maternidad desde luego no fue una tarea sencilla para Julieta, quien vivió intensamente la experiencia de la maternidad, con la llegada de su primogénito Willy y luego con el nacimiento de Wara, Ernesto y Ramiro.

“La llegada de mi primer hijo me hizo sentir que tocaba las estrellas con las manos, no me cansaba de agradecer a la vida el haberme dado el privilegio de ser madre y, no obstante lo dificultoso que fue el parto que me hizo sufrir dos días, pensaba en que me gustaría tener muchos hijos más. Felizmente el entusiasmo alcanzó sólo para cuatro y la llegada de cada uno fue un gran acontecimiento en mi vida”, contó emocionada la activista.

Montaño recordó que vivió intensamente su maternidad, porque estaba convencida de que ser madre debe ser una opción de las mujeres y no una fatalidad impuesta por la naturaleza o por convencionalismos sociales o religiosos. Que es tan válido tener uno o varios hijos como el decidir no tenerlos.

“Siempre fui una madre exigente con el cumplimiento de las normas de convivencia. Y considero que el mejor legado que puedo dejarles a mis hijos es enseñarles a amar la vida, con todo lo que ésta tiene y el ejemplo de una existencia simple, honesta y coherente entre el discurso y la práctica”, afirmó la activista.

Montaño recordó una de las anécdotas que tuvo con uno de sus hijos que fue cuando un día llegó del trabajo a la hora del almuerzo y no encontró a Ramiro de 5 años, nadie sabía dónde estaba. Luego de buscarlo por los rincones, el barrio y llamar a los parientes casi al borde de un ataque y desesperación lo vio salir de un cajón de ropa en desuso que tenía bajo una mesa, su hermano mayor lo había ocultado para que no le exijan comer sopa de repollo que aborrecía y se quedó dormido, un poco más y hubieran quedan huérfanos por esa travesura.

 
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