[José Alberto Diez de Medina]

La Monja Alférez de Potosí


Corrían los años de l600 en Potosí, cuando existían las terribles batallas entre Vicuñas y Vascongados, que no podían verse ni siquiera en los paseos de Potosí, pues al solo mirarse salían de sus vainas las espadas y se iniciaban los duelos.

Era conocida la fama de un habiloso espadachín, un joven vascongado que causaba estragos en las filas vicuñas.

Debido a sus hazañas, se llegó a tejer alrededor de él una serie de historias, algunas casi como leyendas. Se contó que el joven vascongado, en diversas oportunidades, salía de un convento de monjas de claustro, a altas horas de la noche, hasta que se lo calificó como la Monja Alférez, temido por su habilidad con la espada.

Lo evidente fue que la Monja Alférez se llamaba Catalina de Erauso, hija de un Tercio español; fue educada desde niña como hombre, recibiendo instrucción del padre en esgrima, y otras actividades; siendo sin embargo ingresada a un convento de monjas en España como novicia.

Para escapar del convento cambió sus hábitos por ropa de varón; aventurera ella, se embarcó rumbo a la América, facilitando su huida su nueva calidad como hombre.

Llegada a Panamá se relacionó con muchos vascos, siendo ella vasca. Obtuvo favores e importantes cargos, siempre ayudada por vascos.

Por azares de sus trabajos se trasladó hasta Lima, allí fue reconocida por una de sus superiores del convento, y fue acogida nuevamente como novicia. En Lima se enamoró de un español, que aparentemente la traiciono. Él le había prometido que dejando los hábitos, se casarían; ilusionada Catalina, adelantó a las madres superioras sus intenciones, que finalmente no eran malas, sino al contrario.

En una salida del convento, llegada al lugar donde se encontraría con el galán, vio que él seducía a otra joven; llena de ira, viendo una espada colgada en la pared del recinto, cruzó armas con el galán, matándolo.

Las superioras del convento le facilitaron su huida hasta Potosí, al ser perseguida por la justicia, encontrando cobijo en el convento de la misma orden.

En Potosí los vascongados se reconocían entre sí, por el idioma, y naturalmente, Catalina figuraba como vascongado, hábil y temible espadachín.

En Potosí ayudado por los vascongados consiguió trabajo en una empresa que proveía de alimentos de Cochabamba a la ciudad de Potosí, consistente en granos y maíz en especial.

Siempre reconocido como vascongado, más por su acento vasco, tenía que recurrir a la espada, casi obligada por su fama de muy buen especialista en esgrima.

En una oportunidad tuvo que recurrir a sus paisanos vascos, y al ser acusado de un robo, fue condenado a 10 años de destierro.

Absuelto de culpa, gracias a la organización vascongada, continúo con sus actividades.

Catalina Erauso siempre vestida como hombre, llevaba al cinto su famosa espada en sus viajes de comercio.

En Potosí eran frecuentes los lances de Catalina con los Vicuñas, su habilidad era realmente asombrosa, con el manejo de la espada no dejaba contrincante sano, sino muerto.

En un garito en Potosí, donde se jugaba por dinero, a su llegada al mismo, reconocida como vascongado, tuvo que luchar arremetida por varios vicuñas, estando sola huyó del lugar, siendo seguida por un Vicuña que lleno de ira lo acusaba de haber matado a uno de sus fieles amigos.

Llegados a una escampada, se inició el duelo, hábil como era y acostumbrada al fácil duelo, fue sorprendida por el Vicuña, quien era especialista en esgrima; casi derrotada, cayó dos veces al piso, en la tercera acometida, se desgarró su vestidura mostrando su condición de mujer.

Asombrado el Vicuña, tiró la espada al aire, manifestando que por su honor jamás lucharía con una mujer.

Aquilatando recién la belleza de Catalina, el Vicuña la besó.

Se dice que ambos abandonaron Potosí, rumbo a la felicidad.

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