[Luis Antezana]

El incondicional apoyo de EEUU a Paz Estenssoro en 1960-64


Bajo el título de “Minas, Balas y Gringos”, el Ministerio de Trabajo y la Vicepresidencia del Estado acaban de publicar un libro escrito por el historiador norteamericano Thomas C. Field, acerca del desarrollo y derrocamiento del gobierno del MNR, presidido por Víctor Paz Estenssoro, entre los años 1960-1964.

La línea conductora de este estudio detalla la decidida cooperación económica, política y militar del gobierno del presidente John Kennedy al gobierno de la Revolución Nacional presidido entonces por Víctor Paz Estenssoro, el asesinato de J.F. Kennedy, la gestión de Lindon B. Johnson, y el golpe del general René Barrientos en noviembre de 1964, golpe gestado por el conjunto de partidos de derecha, izquierda, fracciones del MNR, la COB, la Universidad, etc. y que culminó con la llegada al poder de una Junta Militar presidida por el Gral. Barrientos.

En forma genérica, el libro de Field describe en detalle el proceso de esos cuatro años, aunque se abstiene de hacer juicios de valor y omite hacer interpretaciones acerca de lo ocurrido en esos años, así como, en particular, conocer las políticas de Estados Unidos en relación con Bolivia en esa oportunidad.

La línea maestra del libro expone las relaciones entre el gobierno de Bolivia con el de Estados Unidos, así como pone de relieve la cooperación de los presidentes Kennedy y Johnson a Paz Estenssoro para impulsar el desarrollo del país y la Revolución Nacional, ayuda continua y sostenida, en particular para implementar el Plan Triangular para la minería nacionalizada mediante la Alianza para el Progreso, relación que hizo que el crecimiento del país llegue al 6 por ciento anual.

Esa colaboración a Bolivia -según este libro- no fue lírica sino objetiva, sin condiciones, en aspectos económicos, técnicos y militares. Según la documentación que incluye el autor, los presidentes norteamericanos, el Departamento de Estado, el Pentágono y aun la CIA participaban en apoyo a la revolución boliviana. Solo les preocupaba la presencia de grupos comunistas que crecían a la sombra de la revolución cubana y el apoyo de Moscú.

Por su parte, Paz Estenssoro había vislumbrado que la revolución boliviana estaba cercada por países contrarios a ese proceso y aislada por la guerra fría y no era como Cuba, que estaba rodeada del mar. Así Bolivia estaba entre la espada y la pared, situación que le llevó a decir que su política consistía en “ser amigos, pero no agentes” de potencias extranjeras. Bajo esa visión, Bolivia saldría adelante.

Sin embargo, ante esa perspectiva las llamadas izquierdas bolivianas (PCB, POR, etc.) se lanzaron a una carrera por cual causaba mayores problemas al Gobierno y evitar los planes desarrollistas, oposición que las fuerzas de derecha (PURS, PL, FSB, etc.) vieron complacidas y se sumaron a la conjura para formar un frente común, lo que se consiguió con una ola de huelgas, conspiraciones, guerrillas y la creación de una situación de rebelión que arrastró a la pequeña burguesía, campesinos y militares conservadores que en conjunto desestabilizaron al régimen pese a su seguridad interna y el apoyo de EEUU, todo lo cual aisló al gobierno de Paz. Entonces, creadas las condiciones, se impulsó la rebelión de las Fuerzas Armadas, acaudilladas por el Gral. Barrientos.

Paz Estenssoro -describe el libro- no dudó con el apoyo norteamericano y confiaba en las organizaciones de su partido, las Fuerzas Armadas y aun en los generales Ovando y Barrientos. Pero la crisis creada por las “izquierdas”, a las que se plegaron los partidos de derecha e inclusive sectores del mismo MNR (Siles Zuazo, Lechín, Guevara, Gueiler), provocó el levantamiento encabezado por militares adictos a Barrientos, que culminó el 4 de noviembre, sin que las fuerzas del MNR se puedan movilizar y evitar el exilio de Paz Estenssoro).

Como es natural (y como “la historia avanza por el lado malo”, Hegel), en vez de que la “salida” política a esa situación creada por los partidos de izquierda sea que ellos mismos tomen el poder, ocurrió que se lo entregaron aplicando la fórmula de la “solución por el desastre”. Después de formar un frente tan poderoso con las derechas, la COB, grupos procubanos y prosoviéticos, Federación de Mineros, universitarios, etc., la solución que los “izquierdistas” habían creado no podía ser otra que “tomar el cielo por asalto”, pero en vez de proceder en forma lógica, no tomaron el gobierno y encumbraron a Barrientos, por quien, aunque a la postre, afirmaron que “el imperialismo se les había adelantado”.

Haciendo abstracción de aspectos secundarios, eso revela el libro “Minas, Balas y Gringos” de Thomas Field, que concluye: “Una de las ideas que contradice la idea de que Estados Unidos hubiese apoyado a Paz Estenssoro, hasta el abrupto final, oponiéndose a la aventura de Barrientos, es que no cuadra fácilmente con lo que vino después… el Gral. Barrientos gobernó como un presidente decididamente a favor de Estados Unidos, infligió una dura represión en los campamentos mineros y decidió la ejecución del capturado líder guerrillero argentino-cubano Ernesto Che Guevara… en vez de beneficiar a los comunistas, esto le vino como anillo al dedo a la CIA”.

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