El consumidor y Lucifer

El “know how” y experiencia técnica en defensa del consumidor es dominio de los países que la ejercen hace más de un siglo. En realidad, en esta práctica no hay nada nuevo bajo el sol.

Por ejemplo, la Comisión Federal de Comercio o (Federal Trade Commission FTC) de Estados Unidos, fue establecida en 1914 mediante el Acta de la Comisión Federal de Comercio, cuya principal misión es de promover los derechos de los consumidores y la eliminación de prácticas que atentan contra la libre competencia. Desde su establecimiento la FTC ha reforzado las provisiones de la Ley Clayton, un importante estatuto antitrust, y la FTC ha reforzado las regulaciones de comercio con la promulgación de estatutos y numerosas regulaciones supervisadas en su cumplimiento por innumerables técnicos profesionales en supervisión.

En el jardín exterior de la Comisión Federal de Comercio, reposa prominente la gran escultura del eterno domador luchando con manos desnudas para frenar el desboque de un poderoso potro salvaje hacia el vasto horizonte. Esta obra de arte describe la interminable lucha entre civilización y el caos. Refleja a mi criterio la relevancia de la regulación y supervisión, contra los materialistas y salvajes instintos humanos, “homo homini lupus” descrito por Thomas Hobbes.

La regulación y supervisión en defensa del consumidor, conllevan un inherente costo de aplicación y ejecución. Constituyen las ramas vitales de la ley y el orden en sociedades civilizadas anteriores al Código de Hammurabi o el Código Napoleónico.

Es irónico pensar que economías occidentales contemporáneas como los Estados Unidos sean sistemas puros de Laissez-faire Laissez-passer. Esta sociedad y su sistema se hallan lejos de una economía de libre liberalismo, por contar con una batería o de leyes y regulaciones para todas las firmas e industrias de su economía financiera, industrial, instituciones del medio ambiente, protección del consumidor y otras industrias relevantes a cargo de supervisoras expertas como la Reserva Federal, Contralor de la Moneda, SEC, FAA, FDA, UHL, etc.

Las lecciones de la historia nos recuerdan que cuando el domador perdió control de la bestia, los resultados fueron La Gran Depresión y quiebra de la bolsa, y posteriores aberraciones como el desastre de las Asociaciones de Ahorros y Préstamos en los 80. El escándalo de ENRON, o la masiva Fianza de la Reserva Federal por la corredora de valores Long Term Capital Management, para evitar una colosal falla sistémica de la industria financiera en 1998. Posteriormente con “la Barrida” de billones por especuladores de valores “The Clean Up of 2008”, brillantemente relatada en un documental premiado con el Oscar el 2011, bajo el título de “Inside Job” o “La Verdad de la Crisis”.

La experiencia de La Gran Depresión y posteriores determinaron la creación de nuevas leyes, regulaciones y supervisión, pero el diablo nunca duerme y eventualmente los especuladores de Wall Street aprovecharon el debilitamiento y desaparición de leyes como la Glass Steagall Act de 1933, debilitada durante el gobierno de Clinton, para abrir una brecha en el sistema financiero que resulto en la Crisis del 2008.

Es cuestionable que el Presidente de la Reserva Federal Alan Greenspan, con la amarga experiencia de 1998 como presidente entonces de la Reserva Federal, no puso freno a la continuada especulación con instrumentos derivados durante su mandato en 2008. Incluso las evaluadoras de riesgo fueron burladas por Wall Street y también la regulación y debilitada supervisión financiera que de acuerdo con John Heiman, jefe de la “BIS Financial Stability Institute”, tal como describe Martin Mayer en su libro “The Fed”, “Teníamos sabuesos persiguiendo a galgos”.

En suma, nadie regula o supervisa el sistema global en defensa del consumidor nacional o foráneo, la competitividad, contra la distorsión de mercados domésticos e internacionales. Que Dios nos proteja.

El autor es ex Presidente Banco Central de Bolivia, Experto internacional en marketing industrial.