II

El Bala: rico, caro, legendario y conflictivo

Edgar Ruiz Botello y Marwin Ruiz Botello

En los alrededores de Esperanza del Madidi se puede observar esporádicamente caimanes (caimán negro) de hasta 4 metros de longitud. En las orillas del río Madidi se hallan las comunidades de Ojaqui, Cayubaba, Barracón entre otras. Viajando por tierra con rumbo norte, a pie, por un par de días, se puede llegar a la Tierra Comunitaria de Origen Araona, la cual tiene 146 habitantes aproximadamente.

Tercero, se inicia el viaje en San Buenaventura y se viaja hacia el norte durante 60 Km hasta Tumupasa (capital tacana en el departamento de La Paz) durante 1 hora y media y luego cambiando de rumbo hacia el oeste. Viajando 2 horas más, en vehículo por un camino sinuoso podemos llegar a la capital del cantón San José de Uchupiamonas.

Desde San José se puede observar a la lejanía la “Formación El Eslabón” (la cual presenta, debajo, de grandes a pequeños reservorios de petróleo, lamentablemente, en apariencia, “no explotables a nivel comercial”).

Cuarto, se inicia el viaje en San Buenaventura con rumbo sur, río arriba por el río Beni en una embarcación con motor fuera de borda (a 22 Km/hora), llegando a los 40 minutos al “Estrecho del Bala” (acá se halla el Albergue Eco turístico San Miguel del Bala), donde el río Beni de 400 metros de ancho sufre un estrechamiento hasta 60 metros. Este es el lugar donde se tiene planificada la construcción de la “Represa del Angosto de El Bala” con un costo aproximado de 6.000 millones de dólares (el proyecto más caro jamás visto en Bolivia) y la formación de un lago con una superficie aproximada de una cuarta parte del Lago Menor del Lago Titicaca (el tamaño todavía se lo está evaluando) y una producción aproximada de 3.000 megavatios.

El conflicto ecológico más grande recae en que con la formación de una o dos lagunas (una en El Bala y otra en el Chepite), los lagos inundarán el bosque, haciendo que los árboles se pudran, matando a plantas y animales terrestres, produciendo un daño ecológico gigabntesco, también con un posible desequilibrio hidrológico (inundaciones y sequías en los alrededores). Se debe evaluar bien la relación costo-beneficio.

La ganancia sería que se produciría energía eléctrica que se pudiese vender (¿a precios altos?) a otros países, para así obtener “divisas”, principalmente en épocas de “vacas flacas” como las presentes.

Se llama “El Bala” debido a que en la punta del cerro existe un orificio gigante semicircular, de unos 100 metros de diámetro que aparenta ser un disparo de bala.

Pasando el Estrecho o Angosto de El Bala, se puede viajar por 8 horas más, primero por el río Kaka y luego por el río Mapiri, hasta llegar a Guanay (provincia Larecaja) y luego a Mapiri, pasando por poblados pequeños legendarios como Teoponte, Mayaya y Tomachi.

Pasando el “Angosto de El Bala”, primero se llega al puesto de control de ingreso al Parque Madidi. Aguas arriba se puede apreciar jeroglíficos en aproximadamente 50 piedras (provincia Franz Tamayo), en la desembocadura del río Quendeque en el río Beni. Asimismo se puede observar dos estrechamientos (Beu y Chepite), así como “Charqui” (tierras malas, arcillosas o “bad lands”, que es el hábitat de las parabas) y el río de ingreso al Albergue Eco turístico Mapajo.

Asimismo viajando 4 horas más desde el Estrecho del Bala, subiendo por el río Tuichi podemos llegar al Albergue Eco turístico Chalalán en el cantón San José de Uchupiamonas, visitado por turistas israelitas, alemanes, ingleses entre otros (quienes vienen, para observar la riqueza en “biodiversidad”), visitas impulsadas, gracias principalmente a los libros “El Corazón del Amazonas”, “El regreso del Tuichi” y otros, escritos por el israelita Yossi Ghinsberg, que próximamente, resumidos llegarán a Bolivia en una película.

Recordemos que este último trayecto también es legendario (debería ser declarado “patrimonio de la humanidad”), pues resulta que entre los años 1800 a 1960 el único trayecto de entrada al norte boliviano (Guerra del Acre) era La Paz a Sorata (en mulas), Sorata a Mapiri (en mulas), Mapiri a San Buenaventura (navegando a remo), San Buenaventura a Pando (navegando y por tierra).

Las embarcaciones eran hábilmente manejadas por los “lecos” y viajaban comerciantes elegantemente vestidos con ropa confeccionada en Europa y Estados Unidos, los cuales eran principalmente rescatadores de goma (para las llantas de vehículos), quina (para el tratamiento de la malaria), oro (para reservas internacionales) e inclusive alcohol elaborado con caña de azúcar. Formaban parte de la cadena de comercialización “selvas a Sorata a Estados Unidos y Europa” y también viceversa, que de retorno, para que las mulas no viajen vacías, traían pianos, telas finas, muebles austriacos, teteras suizas, champán francés y otros lujos.

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