Consiguiendo el respeto de los soldados:

Hasta el último héroe


LA HISTORIA

Japón, 1945. Desmond Doss (Andrew Garfield), un hombre contrario a la violencia, se alista en el ejército de EE.UU. para servir como médico de guerra en plena II Guerra Mundial. Tras luchar contra todo el estamento militar y enfrentarse a un juicio de guerra por su negativa a coger un rifle, consigue su objetivo y es enviado a servir como médico al frente japonés. A pesar de ser recibido con recelo por todo el batallón durante la salvaje toma de Okinawa, Desmond demuestra su valor salvando a 75 hombres heridos consiguiendo el respeto de los soldados.

UN SOLDADO SIN ARMAS

Primavera de 1945. La guerra del Pacífico tiene los días contados y las batallas se recrudecen. Las tropas estadounidenses asaltan Okinawa en algunos de los combates más sanguinarios de la historia y un soldado destaca por encima del resto. Ese soldado se llama Desmond T. Doss, un objetor de conciencia que lleva el mandamiento de “no matarás” grabado a fuego en lo más profundo de su ser. Asignado al destacamento médico de la infantería, Doss logró salvar la vida de docenas de soldados heridos por las ráfagas enemigas sin disparar una sola bala.

Adventista inquebranta-ble, Doss vivía en Virginia cuando se alistó voluntario en el ejército de Estados Unidos no como soldado, sino como médico “no armado”. Su postura chocó con todo el estamento militar, pero perseveró. Este joven delgado y vegetariano, que rechazaba entrenar los sábados y se negó a empuñar un arma, fue objeto de mofa de sus compañeros, quienes lo veían como un peligro en las trincheras e intentaron hacerle abandonar el ejército por todos los medios. Doss se mantuvo fiel a sus principios incluso al llegar a Okinawa, donde su unidad recibió la orden de participar en el asalto al acantilado de Maeda, una misión prácticamente imposible. En lo alto de esta escarpada colina de 122 metros esperaban nidos de metralleta, trampas y soldados nipones escondidos en cuevas que habían jurado dejarse la vida en el combate.

Allí fue donde Doss demostró ser no solo un hombre de principios, sino también de un valor extraordinario. Al verse rodeado por el intenso fuego enemigo, Doss no corrió a refugiarse. De hecho, cuando su batallón recibió la orden de retirarse él ignoró la orden, adentrándose una y otra vez en la zona atacada para evacuar a sus compañeros. Sin otra arma que sus convicciones, consiguió salvar a unos 75 soldados malheridos que hubieran fallecido de no ser por sus actos.

El presidente Harry Truman le condecoró con la Medalla de Honor en octubre de 1945, y en su discurso subrayó “su gran valentía y enorme determinación en condiciones dramáticas y peligrosas”. Fue entonces cuando empezaron los intentos por llevar la vida de Doss al cine. Al conocer su hazaña y comprender todo lo que había conseguido este hombre (solo otros dos objetores de conciencia han recibido una Medalla de Honor), quedaba patente que era una historia potente y provocadora. Aún así, su adaptación cinematográfica se ha hecho esperar más de medio siglo, en parte porque Doss quiso llevar una vida tranquila y humilde, alejado de la fama.

Gracias a un guión coescrito por el dramaturgo ganador de un premio Pulitzer Robert Schenkkan y la experiencia de un equipo técnico de primer nivel comandado por el director Mel Gibson, la historia de Doss por fin da el salto a la gran pantalla, contada con todos los medios que ofrece el cine del siglo XXI. Este filme no se centra únicamente en la batalla de Okinawa, sino también en los seres queridos que contribuyeron a formar las creencias y convicciones de Desmond Doss.

 
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