Más sobre las universidades

Pese a que las universidades públicas justifican de diverso modo los crecidos montos que les asigna el Estado, por algo existe un gran interés para copar los decanatos, jefaturas de Carrera y otros espacios académicos. Vienen a ratificarlo las fastuosas campañas en las elecciones de rector y vicerrector. En la última elección de la Gabriel René Moreno de Santa Cruz, escandalizó el enorme gasto que supone la contratación de conjuntos musicales del exterior, la propaganda de lujo, regalo de poleras, gorras, comida y, lo peor, consumo de alcohol hasta dar un espectáculo vergonzoso, máxime tratándose de un ente académico.

Las vías de hecho, como la toma de rectorados, facultades, etc., son moneda corriente en las diferentes universidades autonómas, así como las peleas entre grupos de estudiantes que pugnan por el control de las fules y de las dádivas de las que éstas gozan. En San Simón de Cochabamba estos hechos interrumpieron las clases por medio año, tiempo académico imposible de recobrar, aunque el motivo fue que las cátedras se asignen por examen y concurso de méritos y no “a dedo” como ocurre. Dos heridos graves, entre otros, fue el resultado.

La Juan Misael Saracho de Tarija parece competir en las tomas y retomas de los recintos universitarios y las elecciones de sus autoridades dejan mucho que desear por sus irregularidades. En cuanto hace a la UMSA, felizmente no se aprecia demasiado derroche para hacerse del rectorado. En cambio, la gestión reelegida en curso incurre en medidas poco adecuadas para una entidad cuya prioridad debe radicar en la superación académica. Así se ha creado un servicio de buses propio, guarderías de infantes, etc., etc., medidas de tipo social que en perspectiva son propias de las alcaldías o gobernaciones.

Claramente responden a la naturaleza del rector, activista de derechos humanos y político en potencia. Vivimos tiempos competitivos en los que el conocimiento es un ingrediente hacedor de la riqueza de las naciones y de su progreso. Esta realidad exige a las universidades ser presididas por hombres de investigación y de ciencia más que de otros dominios profesionales. Las universidades más avanzadas y prestigiosas nos señalan esos caminos y por ello ocupan el lugar que tienen.

Si ese es el verdadero ambiente universitario, aquí se lo ha desviado por otros atajos. Las “entradas universitarias” con mucho colorido y alegría derivan en bochornosas borracheras, precedidas por otras muchas, en ocasión de los “ensayos”, todo en nombre del folklore, pero antes de ello en la universidad debe primar el estudio y el saber, si acaso se pretende ofrecer a la sociedad profesionales y no mediocres en las distintas disciplinas.

Registros del UNODC y el CONALTID establecen que en el año 2016 los universitarios ocuparon el 64% del consumo de alcohol y las mujeres universitarias el 50.3%, tendencia en constante crecimiento. La saga de los embarazos no formales –por llamarlos de algún modo- corren parejos con sus conocidas consecuencias, inclusive la interrupción o abandono de los estudios de las universitarias.