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Los ultras rusos, la nueva peste del fútbol mundial

Los hinchas se han ganado una mala fama que se teme se expanda durante el Mundial.


Los hinchas rusos en acción, se han ganado fama en el contexto mundial por su agresividad.

Los ultras rusos se han convertido en la nueva peste del fútbol europeo al llenar el vacío dejado por los ‘hooligan’ ingleses, fenómeno que amenaza con estropear la fiesta del Mundial de Rusia.

“Nuestros aficionados (del Spartak Moscú) iban en columnas y contra ellos hubo ciertas provocaciones. Cuando te lanzan cosas, eso provoca como respuesta una reacción negativa”, dijo Vitali Mutkó, viceprimer ministro y zar del fútbol ruso, tras los altercados ocurridos el jueves en Bilbao.

Mutkó salió en defensa de los seguidores del Spartak, aunque también reconoció que lo ocurrido no traerá “nada bueno” y que el “vandalismo” y el “extremismo” no tienen sitio en el fútbol ruso.

Él lo sabe bien, ya que cuando se presentó a finales de 2016 a la reelección como presidente de la Unión de Fútbol de Rusia (UFR) tuvo que aguantar que el líder de la principal asociación de hinchas de Rusia se personara en la federación para sabotear la votación.

Entonces, a Mutkó no le tembló la mano a la hora de disolver dicha asociación, a la que pertenecían los ultras que protagonizaron meses antes violentos enfrentamientos contra los ingleses durante la Eurocopa de Francia que casi le cuestan la expulsión a la selección rusa.

Después de los incidentes en Bilbao entre ultras del Athletic y el Spartak Moscú, algunas voces piden que los clubes rusos sean expulsados de las competiciones europeas, como ocurriera con los ingleses (1985-90)

Para empezar, la UEFA podría prohibir al Spartak que reparta entradas entre sus aficionados para que viajen con el equipo al extranjero en competiciones europeas, pero en caso de reincidencia el castigo podría ser mucho mayor.

Cuando labraron su fama de sucesores de los hooligans ingleses fue mucho antes, en la Eurocopa de Francia en la que protagonizaron varias batallas campales que han quedado grabadas a sangre y fuego en las calles de Marsella y Lille.

Entonces, demostraron que ya han superado a los ingleses, especialmente en lo que se refiere a organización y preparación física -la policía les define como paramilitares-, como se puede ver en los entrenamientos que organizan en bosques en las afueras de la capital rusa.

Su seña de identidad es quitarse la camiseta en los partidos, aunque las temperaturas sean de 10-15 grados bajo cero y su ideología ultranacionalista, más cercana al paneslavismo que al nazismo.

La influencia de los ultras en los equipos rusos de primera fila es tan grande, que técnicos y futbolistas deben rendir cuentas ante ellos cuando las cosas van mal, algo que le ocurrió a Valeri Karpin cuando dirigía al Spartak Moscú, o a Leonid Slutski en el CSKA Moscú.

“Si el entrenador le da la espalda a los seguidores del equipo al que dirige, entonces nosotros no necesitamos a ese entrenador”, fueron las palabras pronunciadas en 2016 por el líder de un grupo de aficionados radicales del CSKA Moscú contra Slutski.

EFE

 
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