[Turco Berdeja]

OPINIÓN

Sábados populares


Bolívar definitivamente puso de moda los clásicos de sábado por la noche, la gente aprovecha el día y la hora, sirve para que los changos arranquen temprano para ir al estadio, para que papi pague la entrada y ahorrar desde el vamos, lógico es que sirve como punto de reunión para coordinar y definir adonde se parte. Qué mejor ser partícipes de la fiesta que se prepara antes de un clásico, vivir la fiesta del partido y continuar con la fiesta en algún boliche; en otras palabras, para los jovenes que viven lo mejor de la vida, algarabía de principio a fin.

En el caso de los papás o los mayorcitos tiene nomás una carga psicológica el hecho de ir al estadio, sabiendo que todavía hay un día más de descanso. Varios amigos en domingo se resisten a ir al estadio por el simple hecho que ese día se aprovecha para estar con la familia o pasear con los niños y distraerse un poco después del encierro obligado, que por ahí. En la mayoría de los casos se tiene que vivir durante toda la semana debido a los horarios impuestos por el trabajo y las múltiples y simultáneas actividades.

Sábados de mercado temprano, visitas al mecánico, del ceviche y las salteñas, de idas al parque o de compras por la Huyustus; de buscar juegos o repuestos para la compu que necesitan los nenes en la Eloy Salmón; sábados de campeonatos de oficina o de ex alumnos reencontrándose con cuates del colegio, sin olvidar que siempre hay la puerta de un ropero, una canaleta, un foco o algo que siempre espera por nosotros los días de “descanso” donde terminamos haciendo más cosas que los días laborales y terminamos más cansados que un lunes cualquiera.

Sábados que cambian, porque después de hacer todo lo que acabo de detallar, la opción del fútbol nocturno previo platito, lógico, con opción de una chelita, nos saca de la amarga y perjudicial rutina, aunque nos caigamos a pedazos desde lo más profundo de nuestro destruido físico como cual ave fénix renacen las ganas para pegarse una vuelta por Miraflores… para estar en el clásico.

El domingo queda enterito para ver a los suegros, a los viejitos con todo el tiempo del mundo sin estar mirando el reloj viendo si nos desocupamos temprano y si nos da tiempo para dejar a todos en la casa y meterle como bombero hasta el estadio o resignarnos nomás a que otra vez nos quedemos con ganas del sándwich de chola, el chori o la ranga en las tribunas del gigante, para evitar la discusión con la jefa que echa en cara que durante toooooda la semana no estuvimos juntos; o la típica frase ¡claro, porque son mis padres, si fueran los tuyos te quedarías toda la tarde a tomar tecito, pero como son los míos te tienes que ir a cualquier lado!

Algunos ángeles comprenden que no es cualquier lado, que es el clásico y que desde niño no te pierdes uno, que te acuerdas de tu abuelo y de tu viejo que, agarrándote de la mano o en brazos te llevaban a la cancha.

Algunas veces se presentan partidos como el de anoche, medio chato, no muy bueno, con expulsiones, con gran festejo en Achumani y luto en Tembladerani pero no importa, el ruido de los bombos, las emociones, las bocinas y los gritos cerrados de los goles terminan haciendo olvidar lo tacaños que fueron y lo mismo… nos arrancan una sonrisa.

 
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