Primera parte

Ética de la nanotecnología

Guillermo Choque Aspiazu


Según el Diccionario de la Real Academia Española, ciencia se define como el conjunto de conocimientos obtenidos mediante la observación y el razonamiento, sistemáticamente estructurados y de los que se deducen principios y leyes generales. La investigación es un tipo de actividad para mejorar y ampliar el conocimiento humano, generando inventos e innovaciones que necesitan precaución. El aumento del conjunto de conocimientos se ha interpretado como positivo para el hombre. Una corriente filosófica denominada positivismo ha especialmente confiado en la ciencia como una posibilidad de solución para muchos de los importantes problemas que aquejan a los seres humanos.

En palabras de Mitcham, en la obra “Enciclopedia de la Ciencia” escrita el año 2005, la ética es la parte de la filosofía que trata de la moral y de las obligaciones del hombre, y en el caso particular de la ciencia y tecnología, se encarga de realizar una reflexión crítica sobre el accionar humano en estos campos. Sgreccia, en el “Manual de Bioética” publicado el año 2002, complementa mencionando que existe una distinción entre los términos vida ética, ética descriptiva y ética normativa. Ética es la ciencia que estudia el comportamiento humano en relación a los valores, principios y normas morales. Ética descriptiva o ethos es el examen de las costumbres y de los comportamientos relativos a valores, principios y normas de una población o determinado hecho. Ética normativa estudia valores, principios y normas de comportamiento y busca sus fundamentos y justificaciones. Esta ética puede ser general, cuando se dedica a los fundamentos, valores, principios o normas, o especial donde se incluyen la ética económica y profesional.

Se habla a menudo de la nanotecnología, en sentido general, como una “plataforma tecnológica” o “tecno científica”; esto es, según Foladori, en el artículo publicado el año 2010 titulado “Las nanotecnologías en contexto”, no tanto de una tecnología distintiva y separada como de un variado conjunto de técnicas o procedimientos para “descomponer” las partes constituyentes de la naturaleza, como son esencialmente átomos y moléculas, y recomponerlas o reconstruirlas de acuerdo con las propiedades que se persiguen por ser de interés para las personas por los motivos que sea. Se piensa por tanto que con la nanotecnología se pueden hacer más eficientes los productos y procesos productivos, ya que tiene una gran capacidad para crear productos multifuncionales que pueden reducir la cantidad de materia prima utilizada en su fabricación, así como sustituir parte de las materias empleadas hasta ahora por otras que se supone ofrecen más ventajas.

La reflexión que plantean los investigadores Ott y Papilloud, en el artículo escrito el año 2007 titulado “Instituciones convergentes: Estableciendo relaciones entre las nanotecnologías, economía y sociedad”, acerca de que es una opinión bastante extendida entre los expertos el que la nanotecnología será la tecnología dominante de “propósito general” durante las próximas décadas. Una tecnología así se caracteriza por su: (a) universalidad u omnipresencia, lo que significa que puede ser dirigida a una multitud de usos; (b) complementariedad innovadora, es decir, que afecta a los procesos de innovación industrial en varias escalas y es afectada por ellos; y (c) una reorganización de los procesos de trabajo en la sociedad, es decir, un impacto en la transformación y desarrollo de las estructuras e instituciones sociales relacionados con las actividades productivas y económicas en general.

Pasado el primer lustro del siglo veintiuno, se debate con cierta vivacidad acerca de la existencia y oportunidad de una “nanoética”, es decir, de una reflexión y discurso específicos de carácter ético para los problemas que trae consigo, y acarreará en el futuro, el desarrollo de la nanotecnología. Se han publicado docenas de artículos y varios libros colectivos sobre la definición y alcance de una nanoética. Según Allhoff y sus colegas, en el libro escrito el año 2007 titulado “Nanoética: Implicaciones éticas y sociales de la nanotecnología”, se ha realizado un gran esfuerzo para aplicar la ética a las nanotecnologías con la misma meticulosidad y precisión demostrada en otras ramas de la ética aplicada, tales como la ética ambiental, la bioética, la ética médica, la ética de la ingeniería, etc. La efectividad del esfuerzo ha resultado mayor gracias a un creciente consenso sobre lo aconsejable de evitar discusiones abstractas sobre la nanotecnología, favoreciendo en su lugar el estudio de los programas nanotecnológicos, frecuentemente heterogéneos, que están en marcha.

 
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