La Virgen de Urkupiña nos salvará

Confiando en la sabiduría política de mi pariente espiritual, le pedí su opinión acerca del informe que leyó nuestro Presidente Vitalicio en Sucre con motivo de nuestra fiesta patria, respondiendo la cholita cochabambina: “No me pida ‘sonseras’, compadrituy, porque ahora me encuentro muy ocupada preparando nuestro viaje a Quillacollo con motivo de la fiesta de la Virgen de Urkupiña”.

Me sentí algo frustrado ante su negativa, pero no me quedó más remedio que acatar la voluntad de mi comadre Macacha, al recordar el adagio popular que dice “donde mandan las polleras de nada sirven los pantalones”.

En efecto, ella ingresó a mi alcoba conyugal, donde abrió mi ropero para sacar las prendas interiores que yo necesitaría en mi corta peregrinación a Quillacollo, donde solamente tendríamos que bailar y rezar ante la Virgencita hasta que concluyeran los festejos.

La cholita hizo mis valijas diestramente, las reunió con las suyas y envió todo nuestro equipaje en la flota “Copacabana”, para anunciarme que nosotros viajaríamos en mi poderosa motocicleta Harley Davidson que ella conduciría, aunque antes de emprender viaje le dije varonilmente, con esta voz de trueno que Dios me ha dado: “No saldré de la ciudad de La Paz si en este mismo momento usted no me pone en la mano los dólares que usted me prometió y que algún día se los pagaré...”.

La cholita puso los dólares en mi mano y me dijo temblorosa “así me gustan los hombres que saben mandar” y emprendimos veloz carrera sin etapas hasta Cochabamba y luego a Quillacollo, la tierra donde nació mi socia periodística y principal benefactora.

Ya en su tierra, lo primero que hicimos fue saludar a la Virgencita de Urkupiña y luego nos fuimos a comer y a beber, como lo hacen los buenos cochabambinos.

Debo decir a mis lectores que los cochabambinos más auténticos, además del buen yantar y del buen beber son excelentes expositores en conversaciones políticas y así lo comprobamos cuando nos vimos metidos en un análisis sobre el último discurso presidencial. Con dos tutumas de chicha en la cabeza, mi comadre dijo a sus paisanos que escuchó hablar a Evo, quien principalmente anunció planes futuros que podrían cumplirse dentro de diez años o más (como el de la energía nuclear en Bolivia, cuando ni siquiera la energía eléctrica llega a los bolivianos en pueblos y ciudades intermedias como Riberalta y otras poblaciones).

Sus paisanos cochabambinos la felicitaron por su interpretación y algunos quisieron invitarle más chicha para que ella siguiera hablando, pero la fiel y honesta cholita no aceptó esas invitaciones y les recordó que estaba con su compadre Paulino Huanca (último seudónimo actual) y su socio periodístico.

Todos la aplaudieron y yo les invité otra ronda de chicha buena con los dolarcitos que ella me prestó, aunque yo sostengo que es otro más de los milagros que ya comenzó a repartir la Virgencita de Urkupiña.