Corocoro capital cuprífera de Bolivia

Guillermo Hidalgo Cusicanqui


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La fundación de COROCORO se remonta a la época un tanto difícil de determinar, ya que las minas de cobre eran explotadas desde los tiempos incaicos (por lo que se no se puede precisar el año de su fundación), según indica el célebre cura de la matriz de Potosí Presbítero Barba en su obra “Beneficio de metales” publicado por el año de 1612.

Durante el coloniaje los españoles no hicieron aprecio del mineral del cobre, por su bajísimo costo y su aplicación, sólo después de la independencia Alto-peruana la explotación de este mineral fue tomando importancia, dando lugar a la vez, para la formación de una población cercana a las minas.

Como emergencia de la controversia judicial sobre propases y exploraciones clandestinas entre la Compañía The Corocoro United Cooper Mines Ltd. y Corocoro de Bolivia, se conocieron documentos que revelan que los señores Fermín Rejo, Victoriano Gurruchaga, M. Mollet y otros, fueron los primeros mineros en solicitar del Corregimiento de Caquingora, estacas mineras sobre vetas de co-bre existentes en los cerros de Acollusta y Chutupata, reconstituidas y conocidas hasta hoy como grupo Toledo. Desde entonces el pequeño poblado de la estancia de OCURURO hoy Corocoro se pobló de gente blanca y recién en 1842 construyeron la primera capilla, luego parroquia de Nuestra Señora de la Asun-ción, Patrona de Corocoro, que se vene-ra cada 15 de agosto.

SU PASADO

Por D.S. de 28 de marzo de 1856 Co-rocoro fue designada capital de la Pro-vincia Pacajes; en el año 1867 se la declaró capital del departamento de Mejillones (gobierno de Mariano Melgarejo). Por Decreto de 9 de diciembre de 1888 se la denominó capital Constitución, por Ley de 25 de noviembre de 1895 fue ele-vada a categoría de ciudad.

Corocoro está situada a 95 km de la ciudad de La Paz, actualmente es capital de la 1ra. Sección de la provincia Pacajes, población que como muchas pasó años muy brillantes con aproximadamente 20.000 habitantes, lo que se puede verificar con lo que todavía quedan restos de edificaciones al final de las zonas de Verdecilla, Achoco, San Jorge, Guallatiri o Corocoro. Por el año 1877 contaba con una moneda propia el “Real” en una época de auge minero y progreso económico, además, en esa época circularon medallas y monedas; entre las que se hicieron famosas el Panal de Melgarejo con abejas y el escudo nacional con 11 estrellas, que representaban a las capitales Corocoro y Tarata, además, se emitieron estampillas filatélicas de 500 bolivianos, cuyas pruebas se encuentran en archivos de la Empresa de Correos.

Según la Guía General de Bolivia editada a nivel internacional el año 1909, se hace conocer en sus páginas la existencia de las empresas “Sucesión Noel Berthin”, “Compañía Corocoro de Bolivia” y “José Sossi”, ingeniero que montó el más moderno ingenio minero de Bolivia en esa época. Además que esta población minera era una de las más impor-tantes de la época, ya que contaba con la circulación de cuatro periódicos que se editaban y eran “El Esfuerzo”, vocero del pueblo; “El Industrial”, “La Acción” ésta vocero del partido liberal y el “Deber” de la clase tra-bajadora. Existían también centros culturales y artísti-cos como “Rubén Darío”, “1ro. De Mayo”, “Aurora Roja”, “Obreros de la Cruz”, “Centenario”, “Humanitaria de Mineros”, donde se presentaban semanalmente obras teatrales de importancia; en la prác-tica deportiva estaban el “Ever Ready”, “Nimbles”, “Vizcachani Flower”, “Club Calaveras”, “Círculo Social Deportivo” y otros forma-dos por destacadas personalidades de esa época.

En la economía y el comercio, muchos productos y artefactos eran emportados del exterior y se realizaba por intermedio del ex ferrocarril Arica La Paz, se habían establecido en Corocoro muchas familias extranjeras que formaron colonias de residentes, quienes participaban de manera activa en todos los actos cívicos, culturales, festividades religiosas y deportivos que se realizaban en esta localidad.

TRADICIONES Y COSTUMBRES

“Cobretachos” como se los conoce a los corocoreños cuando se alejan de su terruño, recuerdan con nostalgia, desde el lugar donde se encuentren, los ale-gres compases de sus canciones tradi-cionales como: “Corocoreño soy de pura sepa” o “Corocoro, pueblo más alegre, carnavales ha llegado” o aquel otro que dice “Corocoreño soy señores de cobre nomás soy”.

Dentro del campo culinario de Coro-coro está el picante surtido, o bien la parrillada de cordero, en base a la carne de este animal, acompañada con papas, tunta, choclo y su infaltable llajua que se prepara algún domingo festivo o en los carnavales, el miércoles de ceniza o do-mingo de tentación en los campos de Achoco.

Para refrescarse en días de pleno sol se puede disfrutar de los helados de canela en la Plaza del Minero, eran muy concurri-das las heladerías de doña Malita y doña Margarita. El preparado se hace con ca-nela, colapiz y otros ingredientes batidos en enormes peroles de cobre. Antes de servir son rociados con chorros de cerveza negra y se acompaña con una empanada de queso.

CULTURA Y TURISMO

En la ciudad de La Paz, en la calle José M. Loza No. 1911, Esq. Av. Del Ejército, existe una pinacoteca donde están ex-puestos los lienzos del conocido pintor plástico don David Crespo Gastelú con temáticas andinas. Este meritorio artista nació en Corocoro allá por el año 1900, después de su desaparición su nieta la Sra. Ligia Siles Crespo puso a disposición del público parte de los trabajos realizados por su abuelo.

En el campo turístico se tiene que ir de visita al lugar donde se encuentra el Cón-dor Jipiña (monumento pétreo en forma de cóndor labrado por la erosión y el tiempo, cuya altura está entre los 6 a 8 metros y con un peso aproximado de 3 toneladas). Otra visita que se puede hacer es a la capilla del Señor de Guallatiri, cuya fiesta se celebra cada 14 de septiembre. En Guallatiri Grande se encuentra actual-mente la Planta de Lixiviación de láminas de cobre y también se pueden apreciar los antiguos talleres y otras reparticiones de lo que era la Empresa Minera Corocoro.

Para llegar a este centro minero parten minibuses diariamente de la ciudad de El Alto, cruce a Villa Adela, el viaje dura unos 90 minutos.

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