[Manfredo Kempff]

¿Sólo cultura multicolor?


Aun arriesgándome a recibir una tunda de palos epistolares debo decir que estoy asombrado por el lío que estamos armando con nuestro vecino Perú debido a una desproporcionada defensa de nuestro folclore. Los bolivianos decimos que todo esto lo hacemos para resguardar nuestra cultura, pero si bien es cierto que el folclore es parte importante de la cultura de un pueblo, no lo es todo. La cultura nacional es muy vasta, es verdaderamente rica, y no se circunscribe, como leemos y oímos a diario, a nuestras hermosas danzas multicolores como la diablada, morenada, tinku, kullawada, saya, y otras más.

Una de las acepciones sobre cultura, según la Real Academia Española es: “Conjunto de modos de vida y costumbres, conocimientos y grados de desarrollo artístico, científico, industrial, en una época, grupo social, etc”. ¿Es que en Bolivia sólo tenemos el folclore como cultura? Es evidente que no tenemos ciencia ni mucha industria para ostentar (los bolivianos no inventamos nada) pero dentro de nuestra riqueza como civilización existen las ruinas del incario o anteriores a él en Tiahuanacu, Inkallajta, Samaipata, y tejidos maravillosos y huacos prehispánicos, a lo que se debe agregar, además, bellezas naturales que, aunque no sean construidas por el hombre, son parte de nuestro acervo cultural.

La zona andina de Bolivia tiene una gran similitud con Perú, en especial la región lacustre del Titicaca, donde es casi imposible distinguir racialmente a unos habitantes de otros. Comida, vestimenta, costumbres, creencias, y por supuesto música y bailes son idénticos. Si nuestra diablada es orureña y la saya yungueña, si la kullawada y el tinku son bolivianos, ¿cómo evitar que lo tomen como propios y lo bailen y disfruten quienes conviven con nosotros? ¿Puede irritar que en un festival en Puno, que está junto al lago Titicaca, salten diablos al son de la banda y los atronadores platillos? ¿Y si ellos presentan a los diablos como algo suyo, nosotros no hacemos nuestra la comida peruana? ¿Acaso la comida no es cultura? ¿La música como la comida de la cuenca lacustre no es la misma cosa? ¿No son bolivianas y peruanas? ¿No estamos exagerando la medida?

Bolivia no debe ufanarse sólo de su folclore, por rico que sea. El carnaval es parte de la cultura de un pueblo (me encanta como a pocos el carnaval), pero no es nuestra máxima expresión cultural. La cultura es mucho más amplia. Sobre la permeabilidad del folclore, con los muchos años que tengo, no recuerdo que el malambo fuera boliviano, por ejemplo. Menos con las boleadoras, bombachas y el sombrero del gaucho argentino. Ahora es simplemente parte de nuestro folclore, es decir, de nuestra cultura. ¿Habrá protestado Argentina porque el malambo se presente como baile chaqueño? Creemos que no. Simplemente lo hemos adoptado como propio porque se refleja en el sentimiento sureño de Bolivia. Y en los bailes folclóricos cruceños también están apareciendo muchachas con faldas amplias hasta el tobillo y encajes y volados que se ven en la danza de la galopera o el baile de las botellas en el Paraguay y en la chacarera argentina. Ya no es sólo el tipoy angosto la única prenda de baile de la mujer cruceña, que es lo que existió hasta hace algunos años.

Otra cosa muy distinta es que peruanos y chilenos tengan sendas peleas por el pisco. Se trata de un asunto de competencia comercial, de denominación de origen. Pisco es una ciudad peruana y se supone que el nombre de su aguardiente le corresponde a Perú. Así y todo en Chile seguirán preparando y curándose con deliciosos piscos “sour”. Ni siquiera en esas circunstancias es posible hacer mucho, pese a que en lo que se refiere a las denominaciones de origen ya existen leyes drásticas que prohíben que en Europa aparezcan champanes y coñacs que no sean franceses. Siguiendo con Chile, ¿podemos evitar los bolivianos que ellos también bailen la diablada y hasta caporales por mal que lo hagan? Creo que a fin de cuentas no nos irrita tanto que en Santiago aparezcan caporales danzando por la Alameda, sino que lo bailen al estilo hawaiano. Es una afrenta para nuestro folclore, pero de ahí a que la UNESCO tome cartas en el asunto ya es otro cantar.

Así que eso de ir a la UNESCO a pelear con Perú por la diablada no creemos que dé resultado. Sólo servirá para alejarnos más en momentos de relaciones frías. El Gobierno ha logrado un éxito muy grande, que hay que reconocerle a la Cancillería, al recuperar la Illa del Ekeko, que fue devuelta por Suiza luego de estar 156 años en el Museo de Historia de Berna. Así se defiende nuestra antigua y avanzada civilización, con trabajo, porque esa pieza arqueológica sí que es parte importante de la cultura nacional. De esa otra cultura a la que parecer no le damos la menor importancia.

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