[Manfredo Kempff]

Así ya no queremos el mar


Si el precio para tener alguna salida al mar significará soportar a S.E. en el Gobierno hasta el final de los siglos, yo por lo menos -creo q ue la mayoría de los compatriotas- prefiero seguir encerrado. Es preferible el enclaustramiento geográfico que el enclaustramiento mental, la captura del pensamiento y de la voluntad. Otros mandatarios vendrán con los años y seguirán en esta lucha persistente -ahora bien encaminada- para que Chile nos haga justicia y nos devuelva aunque sea un digno acceso soberano al océano después de tanto tiempo de infructuoso empeño de nuestra parte.

No me equivoco si afirmo que todos los bolivianos estábamos unidos en torno a la actual demanda en La Haya. Muy pocos serían quienes divergieran de la necesidad de trabajar codo a codo y eficientemente ante ese alto tribunal mundial con la esperanza de un final satisfactorio. Yo mismo, en más de una oportunidad, reconocí que estuve equivocado cuando afirmé que en La Haya no obtendríamos nada o muy poco. Reconocí, además, que el Gobierno estaba trabajando con seriedad.

Pero se ve que los bolivianos no tenemos remedio. En cuanto se vislumbra algo a lo que se le puede sacar provecho político, se acaba el patriotismo. Además, tenemos la manía de no poder mantener la boca cerrada, cuando se sabe que la cautela es tan provechosa si se está delante de jueces o de fiscales. Para eso, tanto en lo personal como en lo público, están los abogados. Bolivia ha contratado jurisconsultos célebres y caros, para que aleguen lo necesario en nombre de la nación sobre los asuntos jurídicos de nuestra demanda, que es lo único que importa en La Haya. No para que cada uno de los que concurrieron allí quieran hablar algo, y ni qué decir de los que se quedaron y pensaron que se habían perdido la oportunidad de lucirse.

Lo que ha dicho la semana pasada el vicepresidente Álvaro García Linera ha sido un gafe inconcebible, sólo entendible en fieles mayordomos. Cuando los bolivianos estamos pendientes del menor detalle de lo que acontece a la Corte Internacional de Justicia (CIJ) de La Haya, cuando contenemos la respiración al escuchar exponer a algunos de nuestros ilustres abogados o nuestro agente, Eduardo Rodríguez Veltzé, al Vicepresidente no se le ocurre nada mejor que manifestar públicamente, que Bolivia llegará al mar siempre que S.E. “nos acompañe… nos conduzca”.

¿Pero cómo puede decir semejante disparate el Vicepresidente sabiendo que la mitad del país está esperando que S.E. acabe su tercer mandato consecutivo de una vez y que se vaya a su casa o a ese restaurante que dice va a poner en el Chapare en cuanto concluya esta gestión? Si dizque el más cultivado de los masistas afirma tal dislate, ¿qué unidad está pidiendo el Gobierno en torno al reclamo marítimo y a la demanda ante la CIJ? ¿Cómo vamos a apoyar un emprendimiento que, sin ninguna seguridad de éxito, nos lleve a una dictadura disfrazada? ¿No ha leído el Vicepresidente que parte del fracaso de las negociaciones de Charaña se produjo porque una población azuzada -y toda la oposición conjurada- pensó que un éxito marítimo mantendría al general Banzer en el poder hasta que se cansara? ¿Cómo poner en la mira ahora a S.E.? ¿Acaso no hay motivo para pensar lo mismo?

“…que nuestro presidente Evo siempre nos acompañe, siempre nos conduzca, siempre nos lleve por la buena ruta a todos los bolivianos”, dijo García Linera. Y el martes pasado algo más: que el éxito de la demanda ante la CIJ “se basa en la estabilidad y continuidad política, estabilidad social y la visión de estadista del presidente para conducirnos a todos los bolivianos por el camino por el que pudimos llevar a Chile a un tribunal internacional”. En pocas palabras, lo que el Vicepresidente quiere dejar fuera de duda, es que si S.E. deja de ser presidente de Bolivia, los bolivianos nos quedaremos sin mar. Eso es ridículo.

Lo peor es que se lanzan estas declaraciones en momentos en que los “movimientos sociales” y el VIII Congreso del MAS ya están pidiendo, cuando no acaban de silenciarse los camaretazos de la última elección general, que a S.E. se lo reelija una vez más en el 2019. Y cuando él mismo, S.E., seguramente que feliz por la iniciativa, se ofrece – olvidándose de su restaurante en Chimoré -a “gobernar para toda la vida”, como en China, dice. Claro que S.E. no sabe lo que sucedió en la China de la primera mitad del siglo pasado y mucho después. No sabe S.E. las diferencias que existen entre China y Bolivia.

No mezclen la política interna con la política internacional. No traten de engañar al pueblo expresando que si no es el caudillo o el líder quien gobierna, no habrá mar. Cállense de una buena vez y no echen a perder el camino que se ha recorrido en La Haya, que no es sino el comienzo, y donde ninguna garantía que no sea la justicia bien aplicada nos ampara. S.E. no puede estar diciendo a los cuatro vientos que si fracasa Bolivia en La Haya existen otras alternativas. Una opción que es “mejor” todavía que la Corte. ¿Se podrá saber que tiene en mente S.E.?

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