[Mario Alfonso Ibañez]

Bolivia plurinacional, derechos ciudadanos y Revolución de Abril


La Revolución del 9 de Abril de 1952 no fue el producto de manifestaciones o desfiles colmados de protestas, sino un enfrentamiento armado entre fuerzas pretorianas de viejos generales, de aquel entonces, organizados con el patrocinio de la oligarquía, la rosca minero–feudal y la masonería contra un pueblo, en todos sus estrados sociales, con escaso armamento, hasta que éste tomó por asalto los cuarteles y el Polvorín de la plaza Antofagasta, con el elevado costo de cientos de muertos y heridos de las fuerzas populares.

Como antecedentes de este heroico acontecimiento tenemos lo siguiente:

Al advenir la Colonia, ella trajo consigo el argumento contundente de las cadenas adheridas a la brutal multiplicación del látigo en manos del encomendero y el carácter despreciativo del peninsular con los pueblos conquistados.

En lo que toca a la minería, desde la Colonia hasta el dominio de Hoschild, Aramayo y Patiño, se puede decir que el sistema inhumano alcanzó su plena vigencia y, por otro lado, se impuso la burla a los impuestos fiscales para el Erario Nacional y su fortaleza de voltear gabinetes del Estado. Pero de los indígenas no solo se aprovechaba el feudalismo para el faeneo en los latifundios, sino también la Gran Minería, ya que el laborero indígena mal alimentado, llevando a cuestas la terrible desgracia de la desnutrición crónica, debía suplir su hambre con unas cuentas hojas de coca.

Por otro lado, las mujeres bolivianas enfrentaban una cruel discriminación porque estaban obligadas a desempeñar exclusivamente labores en el hogar y eran sometidas en todos sus niveles sociales con el uso de la violencia de tipo patriarcal. También había una negación a su educación superior. El 94% de las mujeres no asistía a las escuelas y solamente un pequeño porcentaje concluía el ciclo primario. Un 5.2% terminaba la secundaria y un mínimo porcentaje lograba alcanzar estudios superiores. La ley no le permitía su participación en las funciones ejecutivas de los poderes del Estado que le dieran facultad de luchar por sus derechos civiles.

El voto electoral era discriminatorio en extremo, tanto para indígenas como para las mujeres. Los recintos electorales en cantidad y ubicación estaban localizados a gusto y sabor de los gobernantes del aquel tiempo. Los presidentes del Poder Ejecutivo eran elegidos por no más del 1.5% de la población. Solamente tenían derecho al voto los mayores de 21 años que supieran leer y escribir.

En cuanto a la educación se refiere, de ser una educación de castas pasó a ser una educación de masas. Las cifras evidencian una disminución importante del grado de analfabetismo. En 1950, únicamente el 32.1% de la población mayor a los 15 años sabía leer y escribir, esto significaba que la mayoría de la población se encontraba sumida en la ignorancia. Existía una total carencia de infraestructura y equipamiento educativo, a mucha distancia una de otra, no solamente en las áreas rurales sino también en las ciudades.

En el conflicto bélico del sudeste ya madura la fuerza explosiva de una nueva Bolivia. Los huesos calcinados de más de 50.000 vidas y el despojo de un extenso jirón patrio, el grito agudo que producían las espadas del indígena o del minero transformado en depósito de silicosis, del obrero triturado por el mísero salario y de los empleados privados y públicos maltratados en las ciudades nace la Revolución de Abril con una fuerte levadura de convicción y de combate.

De la abyecta explotación y la anulación total de los derechos humanos, se hacía necesario que surgiera un movimiento aluvional del espíritu libertario germinado en decenios para destruir este nefasto drama de nuestra historia con el pentecostés que debiera exaltar la justicia, la libertad y la dignidad.

A más de 47 años de aquella epopeya revolucionaria del pueblo, hay grupos políticos del infantilismo de izquierda que se atribuyen ser ellos los forjadores de haber conquistado la vigencia de la igualdad de los derechos ciudadanos, cuando inequívocamente fue el pueblo, sin distinción de clases, que conquistó sus derechos aquel histórico 9 de Abril de 1952 y con sangre y lágrimas logró alcanzar la Bolivia plurinacional, multilingüe, participativa, la liberación campesina y los derechos de la mujer boliviana y esto muy, pero muy lejos del engaño en que incurren aquellos que buscan canonjías en el Estado para lograr beneficios subalternos.

La Bolivia plurinacional y equitativa en derechos evidentemente tiene una autoría, pero ésta pertenece a todo el pueblo boliviano que desecha dictaduras militares y civilistas, que creen en el uso prolongado del Poder, sin pensar con claridad meridiana en que la Patria demanda gobernantes que hagan uso de la planificación metodológica de los recursos naturales no selectivos, que el pueblo pueda vivir bien, con dignidad, ser económicamente fuerte y ser competitiva en el mundo globalizado.

Aquí exponemos la Agenda de la Revolución de Abril de 1952.

Nacionalización de Minas. 31 de octubre de 1952. Recuperación de los grupos mineros de Patiño, Hoschild y Aramayo.

Reforma Agraria, 2 de agosto de 1953, Ucureña, Cochabamba. Ella significó la incorporación del indígena-campesino a la ciudadanía, la economía nacional y la eliminación del pongueaje hacia la ciudadanía.

Voto Universal, 21 de julio de 1952. Se instituyó una verdadera democracia, otorgando el derecho a elegir y ser elegido a más del 70% de la población boliviana, donde también la mujer ganaba sus derechos ciudadanos.

La Reforma Educativa, 20 de enero de 1953. Se estableció la educación gratuita y obligatoria, sin distinción económica y social.

Si posteriormente estos derechos democráticos no fueron aplicados en su totalidad, es responsabilidad de los gobiernos posteriores y de los políticos neo-revolucionarios que traicionaron los postulados de la Revolución de Abril.

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