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[Rolando Kempff]

Los retos del litio en Bolivia


Tenemos una de las mayores reservas de litio del mundo. Entre Argentina, Chile y nuestro país, acumulamos casi el 85% de las reservas mundiales de este precioso metal blando. Los tres países sudamericanos estamos en una carrera por tener una buena tajada del gran mercado mundial, que crecerá de manera exponencial en los próximos años, impulsado especialmente por los fabricantes de automóviles eléctricos.

Según informes técnicos de profesionales bolivianos y datos del Observatorio de la Tierra -dependiente de la Administración Nacional de la Aeronáutica y del Espacio (NASA)-, la industrialización del litio en el Salar de Uyuni tiene que vencer varios obstáculos. Uno de estos desafíos es reducir los elevados costos de la industrialización, generados por el exceso de lluvias en el Salar y las elevadas concentraciones de magnesio en la salmuera.

Pese a contar con el Salar de Uyuni, con una superficie de algo más de 10.000 Km2, que lo convierte en el mayor yacimiento de litio del mundo -se estima que tiene el 15 por ciento de la reserva mundial de este metal-, nuestro país no está entre los principales productores de litio en el mundo.

Según Héctor Córdova, expresidente de la Corporación Minera de Bolivia (Comibol), la industrialización de litio en el país tiene muchos desafíos. Por ejemplo, la salmuera del Salar no es la óptima. La calidad de la salmuera se mide con base en dos factores: la cantidad de litio que contiene y la relación entre el litio y la cantidad de magnesio que también hay en la salmuera. La salmuera del Salar de Uyuni tiene elevadas concentraciones de magnesio y potasio.

Según Córdova, otro factor que encarece la producción de litio es la alta frecuencia de las lluvias en el Salar de Uyuni, que demora la extracción de litio, que se la hace aprovechando la energía solar.

Y, debido al cambio climático que se produce a escala mundial, la cantidad de días lluviosos en el salar ahora es mucho mayor que antes, lo que aumenta los perjuicios.

En anteriores comentarios hemos insistido en la necesidad de que el país deje de ser solo exportador de materia prima. Esperamos que con la extracción de litio, dé los primeros pasos hacia la industrialización, produciendo baterías eléctricas.

Otro tema pendiente en el caso de la producción de litio es la participación de la empresa privada. No se puede seguir apostando solo a la inversión pública, más ahora que hay una constante reducción de los ingresos del fisco.

El gobierno tiene que flexibilizar la Ley de Inversiones, dando la seguridad jurídica necesaria, para que llegue mayor inversión privada internacional y los empresarios privados nacionales también puedan participar.

La política de promoción de las inversiones tiene que ser integral. Los parches aislados no funcionan. Un ejemplo tenemos en la ley de incentivos para la inversión en el sector petrolero, que fue un fracaso.

Es cierto que el país ya tiene firmados contratos con empresas alemanas y chinas para la industrialización del litio, y Rusia también está interesada en participar. Pese a todo esto, el país está demorado en la tarea de industrializar el litio, comparado con los otros dos países sudamericanos con los que conformamos el “triángulo del litio”.

Mientras Bolivia prevé, para este año, producir unas 400 toneladas de carbonato de litio, en una fase previa a la fabricación de baterías, se enfrenta a otros productores, en malas condiciones: Por ejemplo, Chile -que ya está en el mercado hace más de dos décadas- tiene el 44% del mercado y es el mayor proveedor. También están otros jugadores, como Australia, China y Argentina, que en conjunto atienden a un 50% del mercado.

El país puede tener más industrias, lo que a su vez genera más fuentes de trabajo, más impuestos y más divisas. Para esto se necesita que el gobierno considere a los empresarios como aliados del país, no como enemigos.

No podemos permitir que, como hasta ahora, solo el 30% del sector productivo aporte con impuestos, dejando al 70% de la economía en la informalidad, que no paga impuestos, no genera fuentes de trabajo estables y que aporten a la seguridad social.

Otro detalle que no se puede dejar de lado es la productividad. Lamentablemente, Bolivia está entre los países con menores índices productivos, lo que deriva en el incremento de los costos de producción, que a su vez hace menos competitiva la tarea de exportar.

El autor es Economista, empresario y ahora Presidente de la Cámara Nacional de Comercio.

 
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