Del voto fútil, al voto útil

Se acaba, se acaba, esto se termina, hablando de una campaña nauseabunda que ha traspuesto todos los límites de la vergüenza y ha hecho de las redes sociales vehículo repugnante y mendaz. No hubo candidato, o cuando menos equipo de estrategia alguno, que pueda zafarse de la vil injuria contra el adversario. Unas veces amparados en el anonimato que permiten las redes, y otras, en el abominable descaro que desnuda la pobreza de nuestras prácticas políticas, se han perdido el decoro y la sensatez que la ciudadanía espera para elegir bien, para optar ya no por el mejor, sino por el menos malo.

Las encuestas han perdido toda seriedad, nadie cree en ellas y los medios de comunicación se han prestado a la danza de números y porcentajes, y a pesar de las asimetrías entre unas y otras, una cosa es cierta; la caída de la candidatura de Bolivia Dice No (BDN). Creemos que Oscar Ortiz es un buen político, estamos convencidos que ha iniciado una campaña efectiva, visualmente convincente y coherente, pero creemos también que su estancamiento en las preferencias del electorado, a pesar de que, cada vez que aparecía una encuestadora autorizada, con últimas novedades, sostenían que era la única candidatura que crecía inconteniblemente, ha cometido en las últimas semanas, cuando menos un error capital.

Podría pensarse que ante el paso vertiginoso de los días y el ascenso insignificante que BDN acusaba, no parecía haber más remedio que enlodar la figura de su más jurado rival, Carlos Mesa. Pero la campaña de imprudente desprestigio en contra del candidato de Comunidad Ciudadana (CC) ha tenido un efecto contrario, porque no obstante que los políticos tienen, no se sabe por qué, la convicción de que cualquier cosa que digan, la gente les cree ciegamente, la percepción de la ciudadanía es que cargar hasta el hastío, como lo hizo Ortiz contra Mesa, olvidando su inicial táctica propositiva, ha echado por tierra y ya irreversiblemente cualquier posibilidad, desde siempre remota por otra parte, de optar por un segundo lugar.

De enfrente, desde la tienda de CC, este año se ha cometido errores estratégicos gravísimos atribuibles a una deficiente dirección táctica y de cohesión entre quienes dirigen la campaña, y sus voceros. La última parte de esta tediosa carrera hacia el 20 de este mes, ha experimentado una suerte de repunte con la exhortación machacona por cuanto medio tienen a su alcance, para hacer del voto, especialmente del que se halla oculto, un voto útil en la perspectiva de que quienes aún se inclinan por la opción de BDN, sobre todo por su rotunda desaprobación al gobierno del MAS, y los que todavía no han decidido el suyo, se inclinen finalmente por Carlos Mesa.

Acá hay que hacer una lectura que en realidad es básica para quienes están inmersos en las cosas de la política, pero no necesariamente para quienes con los bemoles y las particularidades que en ella se producen en Bolivia, no están familiarizados. Y es que no existiendo ninguna posibilidad de que Oscar Ortiz pueda subir en su bajo porcentaje atribuido por todas las encuestas, el sostenido pedido de Mesa de las últimas semanas, está dando frutos. Varios militantes de Demócratas, entre ellos Asambleístas departamentales de Cochabamba, además de las públicas adhesiones de Samuel Doria Medina y Jorge Quiroga que han anunciado la conveniencia de votar por quien si alguna virtud tuvo en su campaña, fue la de su mesura, especialmente en los últimos días y previendo la necesidad de un eventual apoyo que de su detractor pudiera necesitar en la hora de responder los gruesos términos con que éste se refiere a aquél.

Y es cierto que a quienes, con enfervorizado clamor, insisten todavía en la unidad de la oposición, les asiste toda la razón, porque, finalmente, votar por Oscar Ortiz es infructuoso. Más aún en la mirada de quienes están hartos de este proceso de cambio, votar por cualquiera de las otras candidaturas que no sea la del binomio Mesa-Pedraza, es favorecer al oficialismo.

El autor es jurista y escritor.