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La acelerada transición a una vida cien por cien digital



Gracias a la cuarentena la cantidad de horas que pasamos frente a la computadora o smartphone se han incrementado.

Más de un mes de cuarentena para gran parte de la población ha tenido sus consecuencias. No solamente en lo que se refiere a la salud de los ciudadanos o a cómo ha cambiado la percepción sobre algunos aspectos de las relaciones con los hogares, la familia o los medios de comunicación. De algún modo, esta situación ha impulsado que la digitalización de las vidas se acelere.

Las empresas han impulsado el teletrabajo, los comercios han abierto la venta online, los gimnasios han creado sus propias aplicaciones o canales de YouTube en tiempo récord, etc. En definitiva, la sociedad se ha actualizado a los tiempos para subsistir.

Pero los cambios han ido mucho más allá de estos aspectos y se han visto especialmente reflejados en las generaciones que ya de por sí tenían una vida online muy activa: las más jóvenes.

Enterarse de la cuarentena pocos días antes de que esta se activase obligó a que muchos centros tuviesen que improvisar una vía de comunicación con sus alumnos.

Como no ha habido una directriz única que sirva para el modo de continuar con la evaluación. En ocasiones, cada centro o tutor ha buscado la forma de seguir dando clases: correos electrónicos, blogs, foros, clases por videoconferencia... Se puede decir que, por diversos motivos, cuanto más mayores son los estudiantes, mejor pueden continuar con sus actividades.

Hay profesores que únicamente continúan el contacto con los alumnos por correo electrónico o a través de blogs o foros. Mientras, herramientas especialmente enfocadas a estas tareas como Google Classroom no han logrado la difusión esperada en esta ventana de oportunidades que se ha abierto.

Pero hay factores que van más allá de los centros escolares y el profesorado, como es la disposición de una PC en los hogares o el problema que puede surgir en caso de que exista un solo equipo y varias personas requieran de él para estudiar o trabajar. En muchas familias esta circunstancia todavía es una barrera insalvable.

La improvisación, la rigidez del sistema y el adentrarse en un nuevo escenario de una forma tan acelerada han marcado que este área no haya podido avanzar lo suficiente. Aunque es probable que se busquen nuevas vías de cara al próximo curso.

Una de las circunstancias que se han dado en estas semanas de aislamiento en los domicilios es que la mayoría de eventos se han cancelado. Conciertos, presentaciones, charlas, cursos... Quien tuviese entradas se ha visto en la obligación de devolverlas ante la imposibilidad de que se celebrase el acto.

Algunas de las cancelaciones han sido inevitables e insustituibles. Sin embargo, otras directamente han migrado al streaming, de un modo monetizado o gratuito.

Es raro quien no haya visto en estos días un concierto a través de YouTube o Instagram, o que no se haya inscrito en un curso online, una muestra sobre un producto, una charla o escuchado un podcast.

sta clase de eventos, que en su mayoría son gratuitos, además han conseguido una buena difusión al ser publicitados por medios de comunicación que apoyan cualquier iniciativa que sirva para que la población se distraiga.

La mayor exposición quizá no se vea reflejada en unos ingresos más cuantiosos ni sustituya los beneficios que se obtienen a través de la celebración de conciertos, conferencias y otras fórmulas, pero al menos servirán para ganar en seguidores, dar a conocer las obras y, en definitiva, sumar futuros clientes.

 
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