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De la cleptomanía y la cleptocracia de Evo


 

A lo largo de los catorce años fue visible la cleptocracia del MAS, encabezada por Evo Morales, García Linera y Cía. El pueblo boliviano tuvo la oportunidad de comprobar, en los hechos, que altos dirigentes de esa entidad partidaria habían convertido al anterior régimen en uno de cleptómanos de gran cuantía, el mismo que trataba de eternizarse en el poder para continuar sus actividades bajo la careta de socialismo del Siglo XXI. Es más, para seguir gozando de ese título y al haber sido descubiertos en esa inclinación, ahora hacen esfuerzos imposibles para encubrir sus delitos contra el pueblo boliviano.

Los ejemplos específicos de esa inconducta, inclinada a lo ajeno, tanto en el ámbito privado como del Estado, están confirmados en una cantidad increíble de casos, todos ellos de máxima cuantía, que sería imposible enumerar y están frescos en la memoria de la ciudadanía y en las páginas de todos los medios de comunicación del país, así como en libros e informes con lujo de detalles, incluyendo las fotografías de los autores. Es suficiente recordar los casos del Fondo Indígena, YPFB, ENTEL, la adquisición de aviones, empresas fantasmas, asalto a bancos, malversación de fondos, etc., por citar solo algunos puntos.

Esa afición al hurto, típico de elementos que carecen de un mínimo de ética, pareciera tener origen congénito, ya que se produce aun en condiciones de bonanza, no solo dentro del país, sino también en otras naciones donde viven en condiciones de prosperidad, producto de su paso por el poder y su temperamento proclive al delito.

El caso paradigmático, en esta oportunidad, fue el de un ex Ministro de Gobierno del régimen presidido por Evo Morales y su camarilla, personaje expulsado del poder en noviembre del año pasado, precisamente denunciado por irregularidades en el uso y abuso del poder. El delincuente fue descubierto hurtando nada menos que dos botellas de un artículo de mínima cuantía, que bien podía haberlos pagado, pero por su afición a lo ajeno, prefirió hurtarlas, como si fuese un bien del Estado boliviano y con la seguridad de que, aunque fuese descubierto con las manos en la masa, sería objeto de perdón, olvido y felicitaciones.

El delito de robo merece sanción universal, no por la cualidad o cuantía del objeto motivo del apresamiento policial o la acción judicial, sino por el delito en sí, cualquiera que fuese su valor, como es el caso descubierto en el lujoso barrio de Coyoacán en la zona residencial de Ciudad de México, protagonizado por un originario de nuestro país.

No se puede dejar de relacionar este bochornoso episodio con otros ex jerarcas que fugaron del país ante el primer disparo que escucharon, fuga premeditada por temor a ser objetos de investigación y recibir las sanciones de rigor, de las cuales no hubieran podido evadirse, por tratarse de actos flagrantes contra la Nación y el Estado nacionales. La cleptomanía de esos elementos que establecieron una cleptocracia rampante, quiere retornar al país para seguir apoderándose del botín del Estado que usufructuaron durante catorce años y todo a título de “socialismo”.

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