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¿Qué habría dicho Platón si hubiera sido Médico de Familia?

José Félix Sastre

Parece que vemos ya, por fin, luz al final del túnel… de la caverna…

El sufrimiento de las miles de familias que han perdido a uno de los suyos, de un día para otro, de manera inesperada, súbita, y en el peor de los contextos posibles, es indescriptible, no existen las palabras, y está por encima de todo.

El fallecimiento de personas servidoras públicas, policías, guardia civil, militares, transportistas, personal de limpieza, personal de ayuntamientos, personal de correos, supermercados… auxiliares, enfermería y medicina nunca deberá ser olvidado, como entrega máxima por los demás, que merece el máximo de los homenajes, del recuerdo, enseñanza e historia para los que tienen que venir, escrita de la manera más dolorosa posible.

He participado, hemos participado en una Tragedia, cuyos verdaderos protagonistas son las víctimas y sus familias. Hemos sentido su sufrimiento, la impotencia, la ignorancia, el miedo a veces paralizante, el temor por los nuestros, el insomnio y la ansiedad de mañanas inciertas, unas tras otras… yo al menos no he sido fuerte, me he tambaleado, he sentido que estaba fuera de esta realidad, sin llorar cuando debía llorar, sin pensar, pues estaba anestesiado, siempre un paso “por detrás”, sin gritar cuando debía gritar… ¿debería haber gritado?

No era antes momento de críticas, es verdad. Veíamos las sombras, las fiebres, los crépitos, las taquipneas, la tragedia… y no sabíamos la realidad que las generaba… estábamos en el túnel, en la caverna de la ignorancia, del desconocimiento, del miedo. Nos faltó, me faltó valor y coraje. Eso es verdad.

Los infiernos, y los juzgados, se apoderaron de las Residencias. Los hospitales se abarrotaron, una y otra vez, a pesar de las re-estructuraciones repetidas, los planes de contingencia de nivel 1 y 2 y… la creación de espacios asistenciales diferentes, hospitales de campaña, hoteles, “Arcas de Noe”. Las familias clamaban. Los pacientes, aislados, solos, quedaban sin voz y, quiero no creerlo, ni pensarlo, ¿sin dignidad?

Y en “mi Atención Primaria”, nos hemos visto avocados, por motivos de seguridad, propia y para no ser vectores transmisores, por seguridad de los demás, a encerrarnos en nuestras consultas, como “chicas del cable”. Nos han quitado a nuestros residentes, para transformarlos, a pesar de su enorme recorrido y formación, experiencia clínica, en “data manager” y así sustituir a los epidemiólogos que clamorosamente han faltado (me atrevo a pensar que se sienten ignorados, despreciados, mal tratados y vapuleados).

Nos han “coordinado” atribuyéndose el conocimiento, el control de la información, la objetividad de la ponderación de los datos y poseer la mejor verdad por estar en una posición, en una Atalaya, a la que han llegado porque el pueblo los ha elegido, porque sus compañeros, todos les hemos dado esa responsabilidad… ¿y ese poder?

Nos han bombardeado, con un aluvión de información, que saturaban por completo nuestras mentes, y nuestras almas, directrices, protocolos, informes… que días después se modificaban, o se corregían, o el propio NEJM ponía en duda o en cuestión.

Al tiempo se creaba grupos, núcleos, teléfonos de consulta especiales de salud laboral, de epidemiología, de… hasta de limpieza… que parecían tener una visión especial, más “autorizada”… Se tomaba decisiones desde esas “plataformas” sin contar contigo. Parecía que tú, salvo llamar por teléfono, te habías quedado sin pacientes. Sin capacidad de decidir. Pero, cuidado, el responsable eras tú.

Tus pacientes afectos por COVID se tenían que citar en una “Agenda común” para que te ayudaran a manejarlos, el resto de compañeros… que en ese momento, tenían el mismo acceso que tú.

Se acabó el capital adquirido, la longitudinalidad y la Continuidad. Las Tormentas de Citoquinas las han devastado.

Nos han quitado la capacidad de decidir y, en cambio, nos han hecho responsables de esas mismas decisiones que no hemos tomado.

De repente “todos éramos iguales”. Los que trabajaban y los que no trabajaban, los que cumplían y no cumplían… porque sí, es verdad, ha habido compañeros que no han cumplido…

Y, al tiempo, de manera inconsciente, en un lenguaje no escrito, te sentías bajo una jerarquía hospitalocentrista que, te condicionaba, a comportarte como el Gate Keeper, el guardián de la puerta, el médico de puerta… en la peor de las acepciones posibles. De ser maestros de orquesta a ser guardias jurado, en semanas, nada más.

Yo, como Médico de Familia, como compañero de otros miembros de la Atención Primaria de Salud, de mi centro, de otros centros, como compañero de mis compañeros de la Urgencia, de las plantas, de las UVIs… me he sentido desempoderado, ninguneado, maltratado y, a veces, amenazado… por buscar mis propias alianzas, por pretender la mejor de las coordinaciones, las basadas en el trabajo compartido, la continuidad, la adecuación, la responsabilidad compartida, el trabajo en equipo… por tener ideas propias, por llevarlas a cabo, por buscar lo mejor para mis pacientes (sobre todo los de las residencias), para mis compañeros, para la comunidad y para el área sanitaria en la que trabajo, desde la que creía era la mejor ciencia, la mejor verdad, en la distopia que vivíamos, el sufrimiento omnipresente, el contexto de precariedad, y de indignidad, en el que nos encontrábamos.

Y, por cierto, muchos de esos compañeros ahora temen por su futuro. Porque tomaron decisiones, reflexionadas y muy deliberadas, en esos momentos de precariedad, de sobrecarga, basándose en criterios de adecuación, no utilitaristas como algunos mienten (eso sí me atrevo a decirles sin tapujos, muchos mienten). Y esas decisiones fueron dolorosas, traumáticas, dificilísimas, irrepetibles como las circunstancias en las que se tomaron, por la realidad a la que se había llegado… y ellos, tenían que decidir…

Mi alma se oscureció, mi mente se paralizó, mi juicio era tormentoso. Y me veía en un túnel, una cloaca, una caverna…

Platón huyó, o fue expulsado de Siracusa, pues, tras tomar contacto y ver como se comportaban en el “parlamento” de esa ciudad Siciliana, criticó que las distintas partes no deliberaban sino que discutían, queriendo imponer su verdad, sin esforzarse por respetar la verdad del otro, sin ánimo de buscar la mejor verdad, aquella prudente que, al implantarse, respete todas las partes implicadas y permanezca, por convicción, no por imposición, mucho tiempo, o al menos hasta que se encuentre una verdad aún mejor, aún más respetuosa, más prudente.

Pues, tras lo arriba expuesto, aun no me atrevo a reflexionar ni a deliberar, pues mi alma aún no está en paz, pues mi mente aún no conoce lo suficiente, pero sí me atrevo a decir:

- Me he sentido castigado por el concepto de “gerencia única”.

- Deseo que todas las decisiones, al igual que se decide en las neumonías, politraumas, catástrofes, etc., con criterios “técnicos” (la mejor verdad, la mejor ciencia), en esta pandemia se haya tomado las decisiones a nivel nacional, regional y local, las orientaciones estratégicas, desde criterios científicos, desde la mejor verdad en el contexto de desastre y tragedia en el que nos encontrábamos. (Blog AP25).

José Félix Sastre García es médico de AP rural en Talavera de la Reina, España.

 
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