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Curul, discursos y barras parlamentarias

Raúl Alberto Quispe Catacora

Es importante recordar que muchos de los diputados y senadores electos vencieron una serie de avatares para lograr primero nominación como candidato dentro de su organización política. Invirtieron recursos económicos para las campañas electorales y movilización de simpatizantes. Gastaron recursos económicos para montar la logística con el propósito de lograr la proclamación de los candidatos. Fueron, sin duda, días de tensiones y preocupaciones. Ahora elegidos con el voto del soberano, ocupan un curul en la Asamblea Legislativa; curul entendido conceptualmente como: “asiento o puesto que se encuentra en el parlamento”.

Me llamó la atención esta pregunta periodística: “Quién fiscaliza a los diputados y senadores”, paralelamente a este cuestionamiento surgen otras preguntas para los legisladores: ¿Qué tipo de discurso político ideológico emiten en el parlamento? ¿Existe suficiente discusión y debate político sin 2/3? ¿Qué calidad de leyes piensan producir como legisladores? ¿Quién controla la eficiencia discursiva de los diputados y senadores?, etc. Por el momento para estas preguntas no hallamos respuesta, porque los “Padres de la Patria”, están todavía en afanes de organización interna de comisiones y otros.

Sin embargo, preocupa que algunos parlamentarios parece que continúan en campaña electoral, no se dan cuenta de la tamaña responsabilidad que asumieron para producir legislación desde el primer día de funciones, leyes que beneficien al pueblo. Porque la ciudadanía tiene una serie de problemas de salud, educación, trabajo, alimentación; requieren normas generales para salir de la crisis económica que vive el país. En esta coyuntura, los diputados y senadores, tienen la obligación de emitir discursos de solidaridad, esperanza y confianza en los gobernantes. Callarse o esconderse en el silencio, demostraría que continúan como “levanta manos”, sin propuesta ni visión de país, constituyéndose sólo en gasto suntuoso para las arcas del Estado.

Por ello, para reflexión y análisis comparto esta interesante apreciación periodística: “En tiempos de oro de la historia parlamentaria de Bolivia, se efectuaron discusiones sustanciales, como en torno a la masacre de Catavi, la interpelación a los ministros del presidente Bautista Saavedra, la firma del Tratado de Paz con Paraguay, etc., pero siempre con la presencia del pueblo en las barras de los hemiciclos, que aplaudían o rechiflaban a los representantes populares y los obligaban, de esa manera, a aprobar leyes correctas que servían a los intereses nacionales y democráticos de Bolivia”.

Miren, habla de las “barras parlamentarias” en los hemiciclos; que tenían la misión espontánea de fiscalizar a los diputados y senadores en sus actividades políticas, contribuyendo a que los debates aumenten de calidad en la discusión de los proyectos de Ley, para de esta forma garantizar que la sanción de las leyes beneficie al pueblo. Barras parlamentarias que fueron restringidas en el gobierno de Carlos Mesa, por muerte del minero “picachuri”, en pleno espacio parlamentario por motivos laborales.

Entonces, para legislar escuchando al pueblo, es fundamental que las “barras parlamentarias”, retornen al escenario político del parlamento, para que controlen y fiscalicen directamente a los diputados y senadores en la producción de las leyes que beneficien a la colectividad. Asimismo, el pueblo está confiado en escuchar discursos cautivadores, estructurados, pensados en la solución de los problemas de la sociedad. Permitir nuevamente la presencia de las barras parlamentarias en el hemiciclo, sería de algún modo escuchar la voz del pueblo, sus ideas, sus aportes y observaciones en la discusión, aprobación y sanción de las leyes en grande y detalle. Posibilitará fiscalización directa cara a cara a los legisladores en la producción de sus discursos y leyes para beneficio de la sociedad boliviana.

 
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