¿Farándula o elecciones subnacionales?

El marco de las campañas electorales efectuadas deja sinsabores antes que elogios para la totalidad de las candidaturas. Es así que aspirantes a gobernadores y alcaldes rivalizaron en actitudes insólitas, vergonzantes y ridículas creyendo atraer votantes mediante estos recursos, si así pueden llamarse. En cuanto a los pretendientes a consejeros departamentales y concejales municipales hicieron mutis por el foro y no se los vio ni en pintura, haciendo que se vote a “tontas y ciegas” por unos y otros.

Candidatos a gobernadores y alcaldes --tanto los principales como el resto-- en los nueve departamentos del país, se dejaron llevar del histrionismo y no tardaron en hacer de imitadores circenses. En medio de sus extremos un aspirante a gobernador cruceño, danzando de “caporal” casi se quiebra la rodilla, para ser atendido de urgencia debiendo lucir muletas por buen tiempo. Otro, en su afán de mostrarse eximio ciclista, no dejó este aparato hasta enterarse de su inclemente derrota a manos de quien se rebautizó como “el negro”. Éste tuvo más suerte que sus contrincantes mojigangas.

Agotando sus estrategias de mal gusto –por supuesto a falta de propuestas y programas reales— decidieron cambiar de vestiduras, unas más sorprendentes que otras, cual atuendos de subidos colores que antes no vistieron, mientras otro se disfrazó de un personaje de historieta infantil, confundiendo la elección con una mascarada. Este conjunto insensato e increíble, por demasiado vulgar, estuvo lejos de poder llamarse rocambolesco y denota una triste ausencia de personalidad. Asimismo, parece que no le bastó la vestidura originaria, muy usada en estos eventos electorales.

Este tipo de “proselitismo” es un agravio y una burla a la sociedad boliviana, suponiendo un electorado minusválido mental y proclive a seducirse con tonterías. Qué se puede esperar de aspirantes a administradores de la cosa pública después de ofrecer un escenario tan pobre. La mayoría de estos actores no tienen rubor de prestar sus nombres a grupos mínimos y aventureros bajo el rótulo de “agrupaciones ciudadanas”, para rondar el 1% del voto. ¿Falta de vergüenza?

Las subnacionales han carecido de programas y planes de gobierno serios, responsables y creíbles. Al contrario, nos propusieron obras faraónicas, imposibles y tan fantasiosas que nadie las creyó; por supuesto ni lo propios candidatos. En una buena parte estos programas son plagio y copia fiel de anteriores elecciones y desde el extranjero más de una vez se ha denunciado el robo, pues no es otra cosa, de programas y hasta de canciones electorales.

Como sociedad no podemos seguir soportando esta suerte de falsedades flagrantes y de petulancia electorera, debemos revestirnos de espíritu crítico y de dignidad colectiva, rechazando y condenando estos sainetes. Analizar lo que se nos propone y no mirar contemplativamente la impostura. No esperemos que autoridades palurdas e ineficientes asuman su verdadero y pospuesto rol supervisor en defensa de la sociedad.

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