Aniversario de Quillacollo

Samuel Castellón Arce

Quillacollo se fundó el 14 de septiembre de 1905, durante el gobierno del político y militar Ismael Montes por gestiones de los diputados Fernando Anaya y Constantino Morales. Mañana se celebrará los 107 años de su creación.

La coincidencia de la fecha de fundación de Quillacollo, y el aniversario de la revolución de Cochabamba encabezada por el coronel Francisco del Rivero y por Esteban Arze el 14 de septiembre de 1810, hace que los actos conmemorativos se adelantaran dos días para que no coincidan con la efeméride departamental.

Pero desde cuándo Quillacollo entra en la descripción de hechos y pasajes, en particular de sus pobladores.

En 1907 todo el pueblo se movilizó para construir la iglesia y, a la cabeza de Monseñor Mencia, que decidió continuar con el plan de su antecesor, el padre Eliodoro Cabero, los pobladores acopiaron materiales haciendo su recorrido por la calle Zapenco hacia el sur del pueblo. En 1912 iniciaron trabajos de la obra gruesa que significaría gran esfuerzo por años, hasta erigir lo que el pueblo deseaba: una Iglesia, la de San Ildefonso. (Semblanzas, Anécdotas y cuentos de un pueblo - Daniel Rojas Delboy).

Quillacollo, provincia de Cochabamba, está próxima a Cercado, ciudad capital. Quillacollo crece a partir del año 2000. Según el censo de 2001, contaba con cerca de 132.000 habitantes. Por cálculos de crecimiento vegetativo, se estima que a julio de 2012 contaría con cerca de 304.000 habitantes. Su crecimiento demográfico se compara, en este año 2012, con el que tiene la ciudad de El Alto, del departamento de La Paz.

Quillacollo es conocido por la celebración de la Fiesta de Urkupiña, más propiamente la fiesta de la Virgen Asunta, en conmemoración al 15 de agosto, día en el que en el Siglo XVII, según otros el XVIII, apareció la Virgen María en el cerro de Cota. Sobre esta visión milagrosa se ha escrito bastante y es conocida como leyenda, más por los quillacolleños, como también por gente de otros lugares.

Allá por los años 40 ó 50, la fiesta de La Asunción se celebraba alrededor de la Plaza 15 de agosto; no se relacionaba la fe religiosa católica con la práctica material que ahora rige. Es decir, no se iba al cerro (el Calvario) a recolectar trozos, pequeños, medianos o grandes de piedra, a fuerza de combo, y atribuirle un determinado valor en dinero, para considerarlo como capital de trabajo (préstamo u obsequio solicitado a la Virgen), y promover una actividad que signifique tener éxito en el negocio idealizado, pero llevado a la práctica.

Esa situación, seguramente para muchos por la fe con la que realizaron su trabajo, representó una bendición por sus logros, lo que ha motivado que en sucesivos años los prestatarios o los que pidieron un obsequio, debían y deben devolver las piedras (dinero), retirar otras nuevas, para así continuar con la misma práctica y por la creencia ver colmados sus deseos. En estas circunstancias, la obligación de los peregrinos es retribuir esos logros, reconociendo intereses de gestión que, representados en ofrendas: flores, manteles, joyas, floreros, telas, son depositados en la Sacristía de la Iglesia de San Ildefonso o a una comisión de señoras devotas que llevan un estricto control de todo cuanto en esta festividad y las anteriores, se ha recolectado.

Por la concurrencia de cientos de miles de personas, procedentes de toda Bolivia y del exterior, se decidió llamar a la festividad de Urkupiña: la Fiesta de la Integración Nacional que, comenzando con la magnífica entrada del 14 de agosto, con la participación de conjuntos folklóricos de toda Bolivia y del exterior, continúa con el acto central del día 15 con la solemne Misa. El día 16 concentra a cientos de miles de peregrinos que se encaminan hacia el Calvario, donde, como se ha descrito, trabajan la roca del cerro de Cota, para continuar los días 17, 18 y hasta más, con festejos pretextados de cacharpaya (despedida), y con grande nostalgia esperar que se produzca este mismo acontecimiento el año venidero.

Muchas situaciones interesantes y anécdotas se ha contado sobre Quillacollo, por lo que narradores y cuentistas han hecho gala de sus vivencias, algunos escribiendo y otros, por la práctica de la tradición oral, recordando la festividad de la Virgen de Urkupiña de los años 30, 40, 50. Mucho material debe haber en la biblioteca de la Alcaldía de Quillacollo como en el Centro de Acción Quillacollo en La Paz, institución que en algún tiempo desarrollaba infatigable labor para difundir aquellos sucesos tan diferentes de lo que ahora es una ciudad de conflictos interminables en cuanto a posiciones políticas y en lo que concierne a su expansión urbana, poco planificada, debido a que los pobladores han ido abarcando todo lo que constituía la extensa y admirable campiña que correspondía a los municipios de Quillacollo, Sipe Sipe, Tiquipaya, Vinto y Colcapirhua.

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