[Armando Mariaca]

Sin educación, trabajo y producción no hay progreso


Desde hace mucho tiempo, los bolivianos tenemos conciencia de nuestras falencias que son carencia de educación porque nunca hubo preocupación de los gobiernos por mejorar la infraestructura, cambiar programas acordes a las urgencias del país y de la cultura en general. Se han formado maestros sólo al calor de las políticas partidistas, sin darles a los profesores en formación y a los titulados el lugar que les correspondía; nuestras Normales, con magros presupuestos, provisión de muebles e instrumentos de enseñanza siempre ausentes. Becas para especialización y logro de licenciaturas a los mejores maestros en universidades foráneas, nunca han tenido vía libre.

Los maestros, ante el descuido y lenidad de las autoridades, tampoco se han preocupado por elevar el nivel de su preparación y han dedicado buena parte de su tiempo a reclamar, protestar, clausurar labores y gritar por sus derechos para que el gobierno atienda sus reclamos. ¿Qué han logrado? ¿Es que ha mejorado la educación y formación en las Normales? ¿Han mejorado su situación salarial los maestros? ¿Se les reconoce debidamente -cuando los hay- sus esfuerzos y dedicación? ¿Cumplen ellos como es debido sus deberes en la educación y formación de niños y jóvenes? ¿Nunca han sentido remordimientos y hasta cierta vergüenza por las críticas que se hacen en relación con la escasa formación en valores y educación de nuestra juventud? ¿Hay entre ellos competencias sobre conocimientos de cada especialidad?

La educación de un pueblo es puente seguro hacia el desarrollo y el progreso; no entender este principio es ignorar, a propósito, un deber elemental de gobiernos, magisterio y población en general; pero, ¿cuánto se exige a las autoridades para que construyan infraestructura o, por lo menos, mejore la calidad de la existente? ¿Qué criterios tienen sobre las obligaciones que se tiene con los niños y los jóvenes? ¿Cuándo entenderán que la niñez y juventud de hoy no sólo es la esperanza del mañana sino que es, y con seguridad, la realidad y esperanza de hoy, el que sus progenitores los vean formarse, superarse, encontrar los cauces que les permite lograr una profesión y, sobre todo, que desde temprana edad tomen conciencia de país?

La consecuencia lógica del trabajo y la educación, debido al empleo bien remunerado y capacitación para todos es, tiene que ser la producción. Estamos a la zaga de los demás países en lo que se refiere a producir en todas las ramas de la economía, cuando somos conscientes de que las riquezas del país alcanzan para que todos lleguemos a crear riqueza y salir de la pobreza y el subdesarrollo. Lamentablemente, especialmente en los últimos seis años, poco o nada se hizo por trabajar y producir; al contrario, vivimos pendientes de que en cualquier momento se decidan estatizaciones, cancelación de fuentes de producción y poner trabas a las exportaciones. Hay falta de una ley de inversiones que efectivamente garantice la inversión de capitales, tecnología y capital humano. ¿Hasta cuándo será la muy larga espera? ¿Cuál será el momento de abandonar la politiquería, el populismo y otras trabas que amarran de manos al propio gobierno y dejan a la colectividad en situación de indefensión porque ninguna de las esperanzas se cumple?

Hasta hace siete años, la queja de los gobiernos radicaba en la falta de dinero para las obras que había que emprender; esa ausencia financiera determinaba automáticamente una especie de dejadez y nomeimportismo y sólo se hablaba sobre planes, ilusorios en buena parte, sobre políticas de desarrollo. Los préstamos de organismos financieros internacionales, como son el Banco Mundial, el Fondo Monetario, el Banco Interamericano de Desarrollo, la Corporación Andina de Fomento y otros como la banca comercial, sirvieron en el pasado, como sirven actualmente, para sufragar los sueldos de los empleados públicos, hacer las reservas para aguinaldos, cubrir algo de los intereses de la deuda externa y, en casos, alguna cuota de capital.

De un tiempo a esta parte, más de seis años, aunque no producimos porque no hay condiciones y no podemos decir que ganamos dinero con el propio esfuerzo de gobierno, trabajadores e instituciones públicas, recibimos mucho dinero de nuestras exportaciones de gas que significan fuerte ingreso de divisas que ha llegado a acrecentar nuestras reservas como nunca ocurrió en el pasado; sin embargo, la petulancia llega a extremos al sostener que “Bolivia produce y gana hasta para reservas”. Esa producción sólo de gas es debida al alto precio en el mercado internacional para nuestro gas, minerales y materias primas que exportamos y en ningún momento a que hayamos generado dinero produciendo, explotando nuestras riquezas.

Hay verdades que es preciso reconocer y tener el propósito de cambiar efectivamente para emprender la gran batalla del desarrollo mediante el trabajo, la educación y la producción. No valen promesas que nunca serán realidad porque hoy cuenta lo que haga bien el gobierno en pro del Estado y la respuesta que tengan todos los bolivianos y dejen de vivir de esperanzas.s

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