Auge de matrimonios

Este último fin de semana me enteraba del feliz itinerario que cumpliría nuestro globtroter Evo a través de las noticias que leyó para mí la abnegada cholita cochabambina y que está empeñada en prolongar mi carrera periodística; al conocer el itinerario presidencial sentí una natural envidieja que no pude disimular ante mi pariente espiritual, pues viajar a Brasil y España rozándose con varios mandatarios no es poca cosa, mientras nuestro país se debate entre la vergüenza, el escándalo y la pobreza.

Rogué a mi comadre que dejara de leerme los periódicos y así lo hizo, contándome que en los últimos días habíamos recibido varias invitaciones a bodas matrimoniales y que -aunque no figuraba su nombre en aquéllas, ella iría conmigo a tales celebraciones, contándome además que le habían dicho en el Mercado Sopocachi que entre el 8 y el 10 de diciembre se había batido en La Paz un récord en la bendición de nuevos matrimonios.

La cholita de Quillacollo se puso loca de contenta al saber que me acompañaría a esas fiestas matrimoniales y me anunció que la noche del sábado asistiríamos al “Malena”, donde la Asociación de Yatiris celebraría un Matrimonio Colectivo de sus integrantes y sus respectivas esposas para acallar los escandalosos hechos de extorsión desvelados por el Ministro de Gobierno, Dr. Carlos Romero.

La resolución de los yatiris que colaboran con el Gobierno del señor Evo hace siete años me pareció razonable desde su punto de vista, pues una ceremonia matrimonial podría disimular en algo la ola de extorsiones que vamos conociendo poco a poco, sin llegar aún a conocer algunos casos más gordos todavía, aunque coloca al matrimonio en la categoría de extorsión, lo cual no me gusta mucho.

Como muchas fiestas en el “Malena”, ésta también fue un relajo, pues algunos yatiris no estaban casados y otros ya lo habían celebrado varias veces, convirtiéndose la ceremonia en una boda chuta, lo cual no sorprendió a casi nadie, pues estamos acostumbrados a contemplar absortos el ingreso permanente de caravanas de autos chutos, pese a la publicitada Batalla de Challapata, por la cual nuestras gloriosas Fuerzas Armadas consiguieron el Grado de Mariscal de Challapata para el general Gandarillas.

En medio del entusiasmo indescriptible de los asistentes, pude rescatar a mi comadre, quien me contó que en este auge de bodas matrimoniales fue solicitada en matrimonio quince veces por yatiris entusiasmados e intelectuales de la ciudad de El Alto y de la lejana población de Chuma. Con bastante esfuerzo pude convencer a la cholita cochabambina de que yo soy el único acompañante serio que la respeta y cuida su fortuna sin intereses subalternos.