Como cada 8 de noviembre, el Cementerio General de La Paz se llenó de fieles ayer; es una tradición costumbrista de rendir culto a las “natitas” (cráneos humanos) que conservan en sus hogares, tal como si se tratase de un santo o un amuleto.
Música, oraciones, flores, bebidas y la correspondiente bendición al interior del templo caracterizaron la jornada. Este año, contrariamente a lo acontecido en otras oportunidades, el párroco permitió la entrada de las “ñatitas” al Templo, haciendo alusión que “esta fiesta debiera hacer honor a la vida y recordar con respeto la muerte”.
Rosario Sacaca, maestra de sahumerios en la zona de Ballivián, de la urbe alteña, también portaba en sus manos una “ñatita”, a la que desde hace 15 años le brinda cuidados diarios.
Al ser consultada por qué tenía ese cráneo como un santo, respondió: “Es milagroso, cuida a nuestra familia. Lo tengo porque cada que le pido algo me concede y se encarga de resguardar mi casa, cuando no estamos”.
Los creyentes de esta tradición costumbrista, después de la bendición del sacerdote, efectúan fiestas de celebración para sus “ñatitas”. Estas actividades se denominan “prestes” y se las realiza con gran despliegue de alimentos y bebidas alcohólicas, que demandan la inversión de altas sumas de dinero.