¿Otrora había más civismo?

David Foronda H.


Mucha gente de mayor edad recuerda los aniversarios cívico-patrióticos de otrora. Sus evocaciones se remontan a las décadas de los 60 hasta llegar a los 90, o quizá algo más. Con particular orgullo sostienen que “en esos tiempos, el “embandera-miento” de nuestra La Paz cuando llegaba su fecha cívica era total, ya que se constituía en algo obligatorio y controlado por las autoridades, las que no dejaban que nadie eluda semejante responsabilidad”.

Ahora bien ¿de qué autoridades hablamos? Pues, de los hombres de uniforme azul impecable de entonces, los gendarmes municipales. Sentaban presencia e irradiaban decisión a tiempo de llamar la atención por las contravenciones a las normas en las que incurrían varios ciudadanos. La bandera la colocaban todos en el frontis de la casa en el día de La Paz, o de la Patria, y en otras ocasiones, no escapando a esta obligación inclusive las pequeñas tiendas de barrio, las peluquerías, zapaterías, etc. Caso contrario el implacable funcionario llamaba la atención y sancionaba al infractor con una multa, y hasta alguna detención. Los edificios públicos, ni que se diga, todos embanderados y engalanados de forma correcta. Sin duda que fueron otros tiempos exclaman estas personas a tiempo de lamentar que actualmente “todo es una chacota”, pues son escasos los que embanderan sus viviendas. “Por esos años el buscar una bandera y un asta constituía un afán, hoy ni saben qué es un asta”, protestan.

Lo evidente es que otrora, así lo parece, había más civismo, ya que incluso en todos los mercados y centros de abasto, cada puesto de expendio de distintos productos ostentaba su farolito con los colores de la bandera, y por las noches eran iluminados con focos u otros elementos. Bien se puede decir que esa “policromía patriótica” insuflaba de civismo los ánimos de toda la colectividad, la que se su-maba a los desfiles dando loas, arengas, y estribillos a los manes de la Patria. Las gallar-das demostraciones estudiantiles de esas décadas eran dignas de aplauso, y escolinos así como colegiales se desgañitaban gritando a todo pulmón “gloria a Sucre, Bolívar, Pedro Domingo Murillo, Busch, Villarroel”, y otros, rememoran. Hoy ingresan callados, sólo exhi-ben peinados, calzados, trajes, vestidos, y na-da más, observa la gente de ayer.

Como fuere, se dice que “antes había más civismo”, y ahora no. ¿Será así? No se trata de desmerecer a lo que hoy vemos, sino por el contrario de rescatar esa disciplina, educa-ción, y corrección que por los años 50 del siglo ya pasado era, se puede enfatizar, algo indiscutible. Los gendarmes de azul velaban porque se respeten los precios, se expenda el peso correcto, que nadie impunemente se ponga a “hacer aguas” en las vías públicas, que las aceras e incluso la calzada que “le pertenecían” al domicilio estén barridas, etc., algo que lamentablemente hoy no sucede, pues nadie dice esta boca es mía cuando se trata de velar por el patrimonio urbano.

Volveremos sobre el tema. . .

 
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