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[Erika J. Rivera]

Charles W. Arnade y la historia boliviana


Charles Wolfgang Arnade, de nacionalidad estadounidense, nació en Görlitz, Alemania, en 1927 y falleció en Leesburg, Virginia (Estados Unidos) en 2008. Me atrevería a afirmar que fue un gran historiador y un gran bolivianista. Arnade conoció Bolivia en su juventud, radicó aquí cinco años, inicialmente en Sucre (1952), como becario de la Universidad de Princeton. Tras su formación académica en Estados Unidos, eligió Bolivia para su tesis doctoral que versaría sobre la fundación de la República. Publicó, entre otros, los siguientes libros: La dramática insurgencia de Bolivia (1957), El problema del humanista Tadeo Haenke (1960), Escenas y episodios de la historia: estudios bolivianos, 1953-1959 (2004), Mi vida en Bolivia (2003), Historiografía colonial y moderna de Bolivia (2008).

Considero muy importante la crítica de Charles W. Arnade a la historiografía boliviana porque nos hace notar que en nuestro país se ha hecho mucha filosofía de la historia y no así historiografía. Esto quiere decir que grandes personalidades intelectuales en nuestro medio se han dedicado a realizar interpretaciones de la historia sin revisar fuentes primarias. Que nuestra debilidad se encuentra en la falta de métodos de investigación para abordar documentos o fuentes primarias para afirmar nuestras interpretaciones. No tenemos una cultura de investigación y seguramente son muy pocos los que realizan ese trabajo metódicamente en los diferentes archivos del país. El valor que damos a los documentos originales es ínfimo y ni siquiera se nos ocurre husmear en ellos. Es evidente que nuestra sociedad nos forma con un bajo nivel investigativo, nos falta ser curiosos, porque hasta el día de hoy se encuentran cientos de documentos apilonados sin una revisión, por falta de interés porque los documentos afortunadamente existen gracias a mentes visionarias que hicieron la recopilación y son señaladas uno por uno en el libro al que nos referimos. Solo faltamos nosotros con un trabajo tesonero, disciplinado y sobre todo con métodos de investigación.

Deseo señalar de Arnade lo siguiente. Se puede notar que este autor, basado en fuentes primarias de la literatura colonial no impresa, postula la tesis de que la “mentalidad altoperuana” era extremadamente aislada del mundo, provinciana y conservadora. Siguiendo a Gabriel René Moreno, el autor habla del “encierro andino” como la característica de la mentalidad altoperuana que habría sobrevivido a la independencia. Este encierro andino se manifestaba, según el autor, también en la época republicana y sobre todo en la llamada clase política. Arnade sigue estrechamente a Moreno y califica a los fundadores de la República como los “doctores dos caras”, cuyo representante más conspicuo habría sido Casimiro Olañeta. En el marco de este ensayo nos interesa solamente el postulado de Arnade acerca de la extraordinaria persistencia de esta mentalidad en la época republicana, persistencia que permeó también a los sectores más progresistas de la clase política boliviana. Exhumando documentos y publicaciones poco conocidas, el autor señala que las “enfermedades altoperuanas” han sido analizadas tempranamente, aunque la conciencia pública boliviana haya soterrado habitualmente esos estudios críticos. Por todo ello Arnade llega a la conclusión de que en Bolivia ha existido tempranamente una tradición intelectual en gran parte repetitiva, celebratoria y poco crítica. Arnade sostiene simultáneamente que ha pervivido un legado analítico de auto-estudio muy rescatable, aunque poco apreciado por la opinión pública mayoritaria.

Uno de los méritos de Arnade reside en reconstruir la cultura política en el territorio del Alto Perú desde los albores de la independencia en base a su gran conocimiento de fuentes y documentos. Este historiador afirma como resumen: “Los sentimientos realistas y conservadores siempre fueron fuertes pilares de la sociedad del Alto Perú. La independencia de 1825 significó la continuación del antiguo orden. La aristocracia criolla, con sangre indígena en sus venas, era provinciana en creencias y actitudes. […] La independencia en sus primeros años agudizó el provincianismo y el regionalismo”. Según Arnade los patricios liberales y racionalistas de las primeras décadas de la República no tuvieron jamás éxito en la tarea de dar estabilidad a Bolivia porque no comprendieron la mentalidad profundamente conservadora del país en su totalidad. Según Arnade tenemos una continuidad de la mentalidad conservadora desde los primeros días de la colonia hasta hoy, que siempre fue adversa a todo pensamiento racionalista y liberal. De acuerdo con Arnade toda esta constelación fue la responsable de no haber comprendido la teoría y las propuestas prácticas de Victoriano de Villava, “el padre del liberalismo sudamericano”, notable crítico de la mita potosina y protector de naturales, quien a comienzos del Siglo XIX previó la ruina del Imperio colonial español si no se modernizaba y liberalizaba. Esto es lo que aún no hemos alcanzado.

 
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