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Leandro un ejemplo de constancia



Leandro con su actitud, no sólo se ganó el cariño, sino el respeto de todas las personas que lo conocen.

En diciembre se cumplirán dos años desde que Leandro Limachi, gracias al apoyo de inquilinos de edificios, comenzó a trabajar en su puesto de venta ubicado en una de las veredas de la calle 21 de Calacoto, frente a la iglesia de San Miguel de la zona Sur.

Leandro no es un gremialista común, él es una persona que sufre una severa discapacidad psicomotora que le dificulta hablar y también caminar, empero su mente está lúcida y se da cuenta de su situación de vulnerabilidad.

“Tengo que trabajar para mantenerme”, dice mientras acomoda sus pequeños objetos que vende cada día, pese a sufrir la presión del sindicato de dulceros.

“He ido a RTP para denunciar los abusos que cometen los del sindicato. He presentado una carta a la Subalcaldía, he hablado con el Alcalde personalmente, me ha hecho hablar con su secretaria, pero nada”, se quejó.

Leandro se levanta a las 6.00 y comienza su andar desde su humilde vivienda, esfuerzo que es reconocido con la solidaridad de las personas que a diario transitan por la 21 de San Miguel.

“Yo permití que Leandro instale su puesto, me da pena y le digo que se traiga una caja aunque de madera para que guarde sus cosas, él me dice voy a poner una vitrinita y yo le dije pon tu vitrina”, relató la señora Cinthia dueña de una de las tiendas comerciales.

La propietaria confirmó que en días pasados las señoras del sindicato de comerciantes pretendieron retirarlo del lugar. “Han venido diciendo lo vamos a votar y les dije él tiene derecho y me amenazaron, vengo peleando por Leandro”, comentó.

A pesar de no poder hablar con claridad, Leandro se da modos para vender y se ganó no sólo el cariño, sino el respeto de los transeúntes y personas que a diario caminar por la 21 de San Miguel.

Corta uñas, tarjetas de telefonía celular, cintas aislantes, pilas, agujas, linternas, ganchos para ropa y otros pequeños objetos forman parte de su improvisado puesto de venta que cada mañana instala Leandro, reflejando un ejemplo de esfuerzo para las personas con discapacidad.

“Es una persona buena no espera la caridad, sino se esfuerza por ganarse el pan de cada día”, afirmó uno de los transeúntes.

“Es muy respetuoso, tranquilo no hace problemas y siempre está desde muy temprano”, comentó el joven que atiende un punto de llamadas telefónicas en una de las veredas del lugar.

En diciembre se cumplirán dos años desde que Leandro hace todos sus esfuerzos para salir de la “informalidad” y tener una licencia para vender en su puestito en la zona de San Miguel.

A pesar de las dificultades y su deteriorada salud, Leandro no se desanima y espera pacientemente la conclusión de sus trámites en la Subalcaldía de la zona Sur para contar con su anhelado permiso de venta.

 
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