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Historia de una asfixia III


¿Cómo se aplicó el esquema de asfixia financiera a El Diario? La administración tributaria generó un aviso de deuda y los ejecutivos del periódico ofrecieron un pago consistente en productos (año 2000), pero sistemáticamente esquivó la monetización de la mercancía entregada y de ello ya transcurrieron 18 años.

El intento de cumplir la obligación no mereció respuesta, y por el contrario se apresuró el congelamiento de cuentas bancarias, y con ello se excluyó a la empresa del sistema de compras estatales (Sigma). La asfixia fue contundente, certera y direccionada a cortar todo ingreso por venta de servicios.

Simultáneamente, en lugar de ofrecer una oportunidad para la generación de ingresos destinados al pago de la deuda, se aplicaron multas, intereses y otros cargos forzando e inflando la deuda hasta montos irreales. Faltaba un golpe de imagen para provocar una herida profunda a la víctima del acoso fiscal: en 2012, una planificada operación de embargo se puso en marcha.

Espectadores, medios audiovisuales previamente preparados, agentes tributarios irrumpiendo con violencia, respaldados por policías, y un discurso con el estigma de empresa deudora de una cifra millonaria culminaron con la aplicación televisada de adhesivos al frontis del edificio principal con la palabra “embargado”. Está probado que el mensaje de la administración tributaria borró toda memoria de la intención de pago demostrado por la empresa en los últimos 19 años. Esa es una forma de contar una historia parcial e interesada.

La difusión de la noticia alcanzó la espectacularidad que buscaba legitimar una acción estatal contra una empresa, una de muchísimas deudoras, pero única destinataria de la campaña mediática que tenía por finalidad derribar la centenaria imagen de El Diario.

Una solidaridad de la paceñidad, de las instituciones cívicas, de esclarecidos dirigentes de periodistas y la fortaleza de los trabajadores del periódico interpretaron correctamente el atropello y la intencionalidad, y mostraron disposición de defender un medio identificado con la libertad de expresión, la libertad de prensa y los valores de unidad nacional.

Una verdadera ingeniería de crisis, apoyada por trabajadores decididos a respaldar al Decano de la prensa boliviana, venció los obstáculos que rayaron hasta en la censura cuando funcionarios de alto rango marginaron a los reporteros de ruedas de prensa, de declaraciones y noticias de interés público. Pero las barreras fueron vencidas.

 
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