Exportar carne de camélidos en vez de carne bovina

La CPE en el Art. 407.I determina: “Garantizar la soberanía y seguridad alimentaria, priorizando la producción y el consumo de alimentos de origen agropecuario producido en el territorio boliviano”. Y en el 2 expresa: “Promover la producción y comercialización de productos agroecológicos”. Bolivia cuenta con cerca de 3 millones de cabezas de llama, es decir el 60% de la producción de otros países andinos como Ecuador, Chile, Perú y Argentina.

Nuestros animales originarios como los camélidos (llamas y alpacas) tienen muchas cualidades, no son depredadoras, tienen plantar que no daña los pastos, su organismo tiene 4 etapas digestivas, son limpias, realizan sus necesidades en un solo lugar, por tanto hasta sus excrementos son utilizados como abono de la tierra, su carne es muy baja en colesterol, que asimila el cuerpo humano y esencialmente bajo porcentaje de ácido úrico y rica en proteínas, superior a cualquier carne roja.

Las vacas, cabras y ovejas fueron introducidas con la invasión de los españoles, que son depredadoras, porque extraen el pasto con la raíz y ya no vuelve a crecer ese pasto que es muy especial. Los agroindustriales utilizan por vaca 1 Ha, por ello necesitan cada vez más espacios de pastoreo. Sin tomar en cuenta que la ganadería bovina es depredadora, Evo Morales aprobó la Ley 741 y el DS 3.973 que permite la quema y chaqueo de bosques para ampliar la frontera agrícola en beneficio de la oligarquía agroempresaria exportadora de carne bovina. Morales concreta la exportación de carne bovina a China con la primera carga enviada desde Santa Cruz y el representante cruceño de frigoríficos, Bertrand Lassus, dijo que se envió 24 toneladas de carne, producto de 180 cabezas de ganado.

Un informe reciente de la Agencia Internacional para la Investigación del Cáncer, de la Organización Mundial de la Salud (OMS), advierte el riesgo de contraer cáncer por consumir en exceso carne roja, sobre todo la procesada, podría ser cancerígena. Por tanto Bolivia debe cambiar la base de su alimentación y reemplazarla por carne de camélidos, además que tiene costo bajo, en los mercados el kilo de carne de llama se vende a Bs.35, el precio de los criadores es de Bs20, este precio solo les sirve para sobrevivir como criadores de llamas y en el año llegan a vender entre 20 y 40 cabezas. Si se transforma en charque o carne deshidratada vale 120 bolivianos el kilo, más de 17 dólares. El procedimiento es milenario, pues consiste en hacer secar la carne con sal al sol durante días, ahora se ha sofisticado un poco y se utiliza carpas solares.

En La Paz, en el restaurante gourmet Gustu en Calacoto, la chef danesa Kamilla Seidler prepara tartar, es un plato típico francés, el manjar se vende por Bs70. No obstante, si el país quiere convertirse en exportador de carne de llama, debe mejorar la cadena productiva: el manejo, la alimentación, la sanidad animal y el mejoramiento genético.

No solo se aprovecha su carne, su cuero que es de gran calidad que parece una tela fina, también su fibra que es térmica, en el frío abriga y en el calor es refrescante, altamente cotizada en el mundo de la moda por su versatilidad, muy similar a la seda.

Es una alternativa de gran valor económico para los productores de camélidos en nuestro altiplano, que crían sobre los 3.800 msnm, por ser su único sustento de las familias del área rural porque no se produce ni papa por el frío existente.

Exigimos al gobierno de Morales una política de asignación de recursos y diversificar la economía de este potencial ecológico de gran demanda a nivel mundial y generar empleo con valor agregado, transformando la fibra, que es lo que requieren los jóvenes. Así se podrá evitar la migración campo ciudad, fenómeno que crece día a día, incrementando los cinturones de pobreza y la economía informal, al abandonar los campesinos sus tierras por falta de condiciones que les permitan un desarrollo sostenible y evitar que sean trasladados con engaños a la Amazonia para deforestar y quemar los bosques.

La autora es Abogada, ex Asambleísta Constituyente.