La ostentación económica que asumen ciertos políticos, involucrados en afanes electoralistas, ha dejado perpleja a la opinión pública nacional.
En consecuencia: se habla de montos que fluctúan entre 15 y hasta, aproximadamente, 30 millones de bolivianos, en algunos casos, que serían destinados, con miras a cubrir la campaña de los comicios de mayo venidero. Mismos que ya habrían sido registrados en el Tribunal Supremo Electoral.
La actitud fue tildada como una afrenta a quienes subsisten, Dios mediante, esperanzados en alcanzar días mejores, con pan, con salud y techo propio, de cara al Siglo XXI.
Ello ocurre en circunstancias que el índice de la pobreza trepa, de manera desenfrenada, profundizando la desigualdad social, en el contexto nacional. En un país donde escasean las oportunidades, donde se impone el desempleo y campea la frustración. Donde importantes segmentos sociales no tienen dinero ni medios materiales para satisfacer sus necesidades más apremiantes. Donde éstos se manifiestan mediante sus problemas cotidianos. Es que no lograron colmar sus expectativas, de mejores días, en los últimos catorce años, que significaron, nada más ni nada menos, el despilfarro de cuantiosas sumas del erario nacional. E, inclusive, éstas fueron a parar en bolsillos de particulares. Todo ha sido promesa, mentira y trampa, que ha echado por tierra, las aspiraciones, de los desprotegidos.
“A los pobres siempre los tendrán con ustedes”, dijo el divino Maestro (Jn. 12.8). De veras que los pobres provienen de aquellos tiempos y se multiplican, hoy en día, por acá y por allí.
Los políticos, de izquierda o derecha, “socialistas” o conservadores, kollas o cambas, no sólo deberían subestimar a la ciudadanía, mencionando cifras astronómicas, como las citadas líneas arriba, sino reiterando ideas e ideales, con humildad, al servicio de los grupos sociales en desventaja. Ello implicaría la construcción de un futuro llevadero, que les permita realizar sus sueños y proyectos. Lo primero es trabajar por ellos y éste propósito debería ser la consigna de la hora.
De veras que algunos políticos, a tiempo completo, no miden consecuencias y son capaces de “entregar su alma al diablo”, o empeñar la última camisa, a fin de lograr sus objetivos. Por ello es que aceptan contribuciones económicas, de gil y mil, cuyo favor sería devuelto, una vez sean instalados en el palacio de la plaza Murillo, como nuevos gobernantes. Por lo visto, la línea política no sólo estará comprometida sino vendida a ciertos intereses. Y es que toda deuda, se honra.
Es que hay cierta gente con dinerito en el país, y a fin de multiplicarlo recurre a la práctica de la contribución política. Si tiene suerte, saldrá ganando. Y con creces. De lo contrario, será todo un fiasco. ma: de veras que la política es una mezcolanza de intereses.
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