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[Álvaro Riveros]

Clepsidra

La bota que rebasó la Copa


Desde su cobarde fuga del país, en noviembre pasado, el expresidente cocalero no ha hecho sino tratar de desestabilizar al gobierno que lo sucedió, y desde México primero, y ahora la Argentina, dos paraísos de asilo político, permisivos y populistas, no ha dejado de lanzar ni un solo instante, toda suerte de amenazas e invectivas, hasta contra el pueblo que amamantó su tiranía durante catorce años.

Esta vez, en un acto de desvergonzado cinismo, acusó a las Fuerzas Armadas de la Nación de estar gestando un tercer golpe de Estado en Bolivia, sin que haya tenido lugar ni siquiera uno en los últimos cuarenta años, con la supuesta intención del Comandante en jefe de las Fuerzas Armadas de ascender a generales sin ratificación del Senado y, dado de leguleyo, dijo que las FFAA no pueden deliberar en lo que a ascensos se refiere.

A diferencia de cualquier otra profesión, la noble carrera de las armas conlleva una específica vocación de servicio y cumplimiento a la sociedad, a través de una férrea disciplina piramidal, que va desde el soldado hasta el General de Fuerza, que consiste básicamente en velar por su seguridad; por la soberanía del territorio que ésta habita; y sobre todo, la tutela y defensa del compromiso social y fundamental, o Constitución Política, que dicha sociedad se ha dado, a tiempo de organizarse como tal. De ahí justamente nace su título de “institución tutelar de la Patria”.

Ahora bien, a tiempo de uno ingresar al Colegio Militar sabe que su permanencia en esa academia definirá su carrera profesional por los siguientes 35 años de su vida, y que, por medio de sus méritos y estudios, irá ascendiendo y obteniendo los destinos que le fueran asignados, hasta lograr el mayor grado posible, con el que corone su carrera. Todo retraso u obstrucción involuntaria de ese cronograma significaría una frustración personal y profesional inconcebible, aún más, si ésta se ha debido a intereses políticos injustificados y bastardos.

Volviendo al tema que nos ocupa, en el mes de febrero pasado el Ejecutivo envió al Legislativo la lista de ascensos del Alto Mando Militar, donde durmió el sueño de los injustos por más de dos meses, para luego decidir que sea devuelta a los militares con observaciones. Dicha acción ilegal, que contraviene el artículo 250 de la CPE, que señala: “los ascensos en las FFAA serán otorgados conforme con la ley respectiva”, es decir: la ley orgánica de las fuerzas armadas. El Senado solo debe ratificar la lista que le envía el Ejecutivo. Entonces, la actitud del Senado solamente puede explicarse como una represalia de los espurios parlamentarios, a la actitud patriótica de algunos jefes militares, de haber cumplido con su juramento de defender al pueblo y expulsar al dictador.

Empero, para el fugado cocalero es una terrible ofensa a la nación que militares ingresen al Parlamento con uniforme de combate, esperando seguramente que lo hagan disfrazados de ponchos rojos, con guirnaldas de coca en el cuello, y al grito de “Patria o muerte venceremos”.

Continuar gobernando bajo los términos que impone el MAS, es como jugar una partida de fútbol con árbitro pagado; aceptando como normal el rodillazo en las partes nobles del adversario; en una canchita inclinada y cubierta con césped chino y sin arquero, lo que hará que esa situación acabe, irremediablemente, con la bota que rebase a la copa.

 
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