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[Álvaro Riveros]

Clepsidra

Transición virulenta


De pronto, una mortífera peste china, eufemísticamente bautizada con el nombre de Coronavirus, tomó cuenta de nuestra existencia y, como el azote de Atila, se expandió por todo el planeta, segando millares de vidas humanas.

Esos hados tampoco fueron propicios para nuestra patria, como indica nuestro himno nacional, pues su fatídico flagelo en Bolivia coincidió con nuestra emancipación de la cleptocracia masista, que la asoló durante 14 años, dejando un aparataje de corrupción y podredumbre difíciles de erradicar, lo que impidió coronar, al menos momentáneamente, nuestros más caros votos y anhelos.

Ya no cabe la menor duda que este gobierno, como paradigma de valentía y honor al haber echado por la borda a la tiranía, sufre paradójicamente todos los embates de propios y extraños, más de los que cualquier otra administración en nuestra historia política haya soportado, al punto de pasar de ser un gobierno transitorio, a uno transido, angustiado y acongojado por las múltiples batallas que tiene que librar para mantenerse en el poder.

Si no son las embestidas de la peste china, que han alcanzado hasta a la propia mandataria y a casi la mitad de su gabinete, son los narcotraficantes que no se resignan a perder sus prebendas y sinecuras obtenidas en el régimen pasado y hoy, coludidos con el crimen internacional organizado y dirigido desde la Argentina, le han declarado la guerra total.

Por su parte, desde el mismo hemiciclo congresal donde funciona un remedo de Asamblea Legislativa, creada a imagen y semejanza del ex mandatario prófugo, y que no refleja para nada el real y genuino sentimiento de los bolivianos, con una mayoría de dos tercios de sus integrantes, genera diariamente normas y leyes que el mismísimo autócrata no las habría acatado y menos promulgado.

A esta estrategia sediciosa y desestabilizadora se han sumado, en auxilio de sus otrora enemigos íntimos, siete senadores pertenecientes al Partido Demócrata del “Imperio maldito”, liderados por el decrépito ex candidato presidencial chavista Bernie Sanders, denunciando al Gobierno de la presidenta Jeanine Áñez por lo que consideran “violaciones a los derechos humanos y civiles; la búsqueda de venganza contra sus oponentes y el propósito de perpetuarse en el poder”.

Esta última manifestación surrealista nos mueve a preguntar a este grupo de asintomáticos parlamentarios: ¿Cómo se explica la inserción de su pandilla pseudo comunistoide en la cuna de la democracia norteamericana? ¿Dónde estuvieron durante las masacres del Hotel Las Américas, La Calancha, el Porvenir y otros escenarios de muerte y tortura? ¿Qué hicieron mientras el gobierno del MAS se excedía en su función de convocar a elecciones fraudulentas y buscaba venganza contra sus oponentes políticos, para perpetuarse en el poder, como ustedes tratan ahora cínicamente de endosar al frágil mandato de la Sra. Áñez?

Al parecer, la peste china no sólo ha afectado al sistema respiratorio de algunos bellacos, sino que ha horadado peligrosamente sus facultades cerebrales, hasta el extremo de pretender convertir una pacífica transición constitucional, en una transición virulenta.

 
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