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Apoyo con programas educativos a controles policiales

Elvis Núñez Fernández

Desde el pasado año el mundo viene enfrentando la pandemia de Covid-19, por la cual miles de vidas estuvieron en riesgo y otras no pudieron vencer la batalla. Quedaron en el recuerdo, en murales de redes sociales o en la intimidad familiar.

Desde la primera ola del virus y más aún con el rebrote, vimos cómo algunos jóvenes en otros países salían a las calles sin protección de bioseguridad, asistían a fiestas y reuniones, con consecuencias como la muerte sobre todo de sus padres o abuelos. Pese a las tareas policiales, prevalecía la falta de respeto a la vida del entorno.

Las imágenes provenían de lugares donde la infraestructura hospitalaria era muchísimo mejor que la de nuestro país, allí las entidades farmacéuticas compiten por investigar y producir nuevos fármacos que enfrenten al virus. En España, por ejemplo, las atenciones médicas y los fármacos lograron responder de manera óptima para salvar la mayor cantidad de vidas. En Bolivia, en instituciones como la Policía Boliviana las personas deben buscar sus propios métodos de prevención o atención médica, por la carencia de centros especializados o que puedan estar destinados a los funcionarios de una institución de servicio público en todo el país.

Lamentablemente, la realidad es que ahora no solo jóvenes, adolescentes, incumplen las normas de bioseguridad, sino hasta personas mayores generan riesgo para su integridad, las vidas de sus familiares e incluso de la sociedad. En redes sociales se ha creado espacios de denuncia como “el muro de la vergüenza Bolivia”, donde se publica imágenes de transeúntes, choferes, comerciantes, adolescentes y hasta familias completas que al no usar barbijos o lo utilizan mal, no solo ponen en riesgo sus vidas, con la posibilidad de que desde la instancia del orden se pueda aplicar controles continuos y dar con estas personas para persuadirlas y lograr que asuman su responsabilidad personal y social en defensa de los demás.

Se logró responder a la demanda social de controlar el uso adecuado de barbijo y en algunos casos se entregó tapabocas a gente de escasos recursos que trabaja en las calles. Pero este acto de efectivos policiales resulta insuficiente si la población no recupera valores sociales. Y es que controlar a cada ciudadano para el uso adecuado del tapabocas es imposible, porque sería necesaria la presencia policial en cada calle, vehículo de transporte, público o privado, en edificios y espacios abiertos. Además, algunos actuarían no solo de forma rebelde, sino reaccionarían con violencia, como fue reflejado en muchos videos que mostraban la tozudez de quienes siguen negando las consecuencias de la pandemia.

Lastimosamente, esa actitud conflictiva y poco propositiva no solo ocasionó que se multiplicara en un mes y medio la mayor cantidad de personas infectadas, a diferencia de la primera gestión del pasado año, aspecto que logró saturar varios centros de salud de primer, segundo y tercer nivel, poniendo en riesgo la vida del personal de salud. Por ello, muchos médicos especialistas, enfermeros y trabajadores del ramo fallecieron, por la mayor carga viral y el rebrote que era propagado por gente irresponsable que pensaba que si no estornudaba o no tosía, no era necesario el barbijo.

Por estas razones, el inicio de clases educativas en diferentes niveles debería servir para que las nuevas generaciones tengan la posibilidad de cuestionar y reeducar a sus padres, hermanos mayores y la propia familia, para que asuman una actitud más responsable, propositiva, que genere menor riesgo para sus propias familias, evitando expandir el virus. Más aún cuando no hay condiciones de salud para ofrecer atenciones inmediatas con el adecuado suministro de medicamentos o la posibilidad de llegar a las Unidades de Terapia Intensiva (UTIs).

En las aulas virtuales, educadores y educandos deben analizar las razones por las cuales debemos aprender formas de proteger a la familia, a personas de la tercera edad, a nuestros padres, vecinos y núcleo social. Más allá de las denuncias que más parecen generar retos a la muerte, es importante que ahora nuestros hijos y nietos, así como jóvenes y adultos, transiten con barbijos que cubran la nariz y boca, como mecanismo de sobrevivencia ante el mortal Covid-19.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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