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¿Cerrar la brecha digital o volver a los cuadernillos?

Teófilo Choque Mamani

En Bolivia siempre han primado las desigualdades, mientras algunos gozaban de todos los derechos, a otros ni siquiera se les había reconocido esos derechos. Por ejemplo, hasta el año 1955 la mayoría de la población no tenía derecho a la educación, recién después de la Revolución Nacional de 1952 se consigue el reconocimiento a ese derecho fundamental, mediante la aprobación del Código de la Educación Boliviana.

El censo de 1950 revela un dato escalofriante, solo el 32% (KLEIN, 2013, pág. 48) de la población boliviana sabía leer y escribir, el 68% de la población se encontraba en una situación de analfabetismo, en poblaciones de las naciones originarias en su totalidad, con campesinos, obreros, comerciantes, pongos y gente de servidumbre. A pesar de aquella medida, el último censo, después de 66 años, muestra que aún el 5,5% de la población es analfabeta (INE, 2012).

ANALFABETISMO DIGITAL

En la Bolivia de 2021 vivimos con una brecha digital abismal entre el área rural y urbana, igual o peor que la del siglo pasado. En el área rural es imposible desarrollar las clases digitales, mientras que en las ciudades, sobre todo en unidades educativas privadas, las clases virtuales se desarrollan con normalidad, claro está con el financiamiento de los propios padres de familia.

Hasta el año 2000 el Estado boliviano no había dotado ni una sola computadora a escuelas fiscales del país, es en la ciudad de El Alto, con inversión municipal, donde son instaladas las primeras salas de computación y en 5 años todas las unidades educativas contaban con salas de computación.

En la Bolivia de hoy, más del 68% de la población se encuentra en situación de analfabetismo digital. El analfabetismo informático produce marginalidad, exclusión y pobreza, porque muchos se encuentran al margen de las oportunidades que ofrece la sociedad digital.

OPORTUNIDAD A PUNTO DE PERDERSE

El analfabetismo digital es producto de la brecha digital. Según AGETIC, el año 2019 muestra que solo el 4% de jóvenes en el estrato socioeconómico bajo tiene computadora en casa, mientras que el nivel alto cuenta en un 100%, en ciudades capital el 66% tiene computadora en casa, en contraste en el área rural donde solo un 25% tiene dicho aparato (AGETIC & UNFPA, 2019, pág. 51).

Esos datos oficiales también son escalofriantes. La brecha digital continúa siendo abismal, mientras que por un lado hay una generación de nativos digitales, por otro, hay una generación de analfabetos digitales.

La pandemia ha desnudado que en Bolivia hay tres niveles de educación: educación en colegios privados, educación en escuelas fiscales urbanas y educación en escuelas fiscales rurales. La pandemia es una fatalidad, pero pudo haber sido una oportunidad para que todos los estudiantes de Bolivia tengan acceso a la educación digital. Es decir, una oportunidad de cerrar la brecha digital, dotando computadoras portátiles a todos los estudiantes y proveyendo internet gratuito, haciendo una revolución educativa como jamás se había visto en la historia de la educación boliviana. Pero el año pasado las autoridades nacionales prefirieron clausurar la gestión educativa y hoy optaron por el uso del cuadernillo.

El costo económico de cerrar la brecha digital es aproximadamente el costo del satélite Túpac Katari, no es algo que se pueda alcanzar, considerando que Uruguay ha cerrado la brecha digital en el año 2010. Con la dotación de computadoras y acceso gratuito a los estudiantes se puede haber resuelto tres problemas: 1) Garantizar la educación de calidad al 100% de estudiantes en todo el país. 2) Cerrar la brecha digital en la educación, generando igualdad y progreso desde la educación. 3) Medir la calidad educativa, la que no se hace desde hace 15 años.

Aún hay tiempo para que las autoridades reaccionen y dejen un camino de progreso para el país, el cual no se desarrollará con canchas, coliseos, palacios, incluso con todas las infraestructuras, si no educamos a nuestros niños y jóvenes en igualdad de condiciones.

Teófilo Choque Mamani es politólogo, especialista en gestión de desarrollo y políticas públicas.

Usurpado el 7 de octubre de 1970, por defender
la libertad y la justicia.
Reinició sus ediciones el primero de septiembre de 1971.

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