Antagonismos que no tienen razón

Hay urgencias que deben mover a las autoridades para encontrar entendimientos y tranquilidad entre personas y poblados, entre organizaciones laborales, folclóricas, culturales, comerciales y de otra índole que no dejan cauces de tranquilidad a muchos barrios de nuestras diferentes ciudades. Antagonismos entre partes y diferencias que se producen por causa de malentendidos y hechos sin importancia; división y hasta enfrentamientos por causas que no tienen razón alguna, peleas, riñas y discordias que ahondan simples dificultades y no dan curso al diálogo. Hay problemas que surgen en organizaciones barriales y culturales debido a intereses y conveniencias personales que no son satisfechas, simplemente por falta de voluntad para comprender el absurdo de posiciones irracionales de quienes se adjudican condición de dirigentes, sin que alguien los haya elegido.

Generalmente, surgen diferencias, antagonismos y hasta enfrentamientos entre personas que dicen representar a entidades, grupos de barrio, equipos deportivos y otros, por falta de comunicación, educación y formación en virtudes y valores que hayan inculcado comprensión, respeto y consideración por parte de padres de familia, maestros y dirigentes. Por todo ello y diversas razones, se comprueba, una vez más, la urgencia de educar desde la familia hasta en colegios, universidades y entidades de toda naturaleza, donde primen las urgencias de dialogar, convenir y concertar, donde se aprenda y entienda que el derecho personal termina donde comienza el derecho ajeno. La urgencia de conocer previamente las razones o problemas que podrían alentar conflictos, debe ser responsabilidad y deber de cada persona; de otro modo, son creadas condiciones para diferencias que a veces derivan en anarquía y de ahí pasan al caos, que es el extremo.

Finalmente, es necesario que personas que sin ser protagonistas intervienen en los hechos y que en alguna instancia que tiene que ver con el conflicto son policías, fiscales y jueces, en sus intervenciones actúen con serenidad, equidad y ecuanimidad, que atiendan y entiendan a las partes y traten de dar solución pacífica y práctica al problema planteado y evitar así agravar lo que, dialogando, es posible remediar.

Se sostiene --con toda razón-- que la buena voluntad allana hasta lo imposible. Si nos avenimos a este razonamiento, con seguridad que no puede haber situaciones difíciles sin su caudal de solución o remedio. Por todo ello, es importante que quienes fungen como autoridades, actúen de buena fe y tengan caridad y sentido de justicia.