[Alfonso Crespo]

Las demandas de Ginebra


Enclavada en los primeros contrafuertes de los Alpes, a orillas del lago Leman, se extiende la ciudad de Ginebra…

Al concluir la Primera Guerra Mundial, fue elegida como sede de la Sociedad de las Naciones, en mérito a su ejecutoria de tolerancia e independencia y a su posición central en Europa.

No era nueva ni original la idea de crear un organismo internacional encargado de arbitrar los conflictos entre Estados, alentar la seguridad colectiva y la cooperación social, limitar el armamentismo y, en suma, evitar las guerras. Las conferencias internacionales efectuadas en La Haya en 1899 y en 1907 sostuvieron prolongados debates sobre estos temas, sin llegar a decisiones positivas hasta que el holocausto de 1914 a 1918 persuadió a los gobernantes europeos, inspirados por Woodrow Wilson, a la premura de encontrar nuevas formas de convivencia internacional. Tan grande fue la presión de la opinión pública, que a pocas semanas de la apertura de la Conferencia de paz de Versalles, fue aprobado el pacto de la Sociedad de las Naciones, el 28 de abril de 1919.

El pacto contenía 26 artículos lacónicos que versaban sobre un variado espectro de problemas internacionales. Algo así como las Tablas de la Ley del mundo moderno.

Uno de esos artículos, el 19, adquiriría inmediata relevancia para Bolivia, que había suscrito el Pacto. Dicho artículo prescribía que “de tiempo en tiempo, la Asamblea podrá invitar a los Estados miembros de la Liga a proceder a un nuevo examen de los tratados que hayan llegado a ser inaplicables, así como de las situaciones internacionales cuyo mantenimiento pudiera poner en peligro la paz del mundo”.

Se pensó en Bolivia que este artículo daba pie para presentar en Ginebra una demanda de revisión del Tratado de paz suscrito con Chile en 1904, por el cual el país había perdido su acceso al mar. Fue designada una misión presidida por Félix Avelino Aramayo e integrada por los delegados Franz Tamayo y Florián Zambrana; el consejero Demetrio Canelas y los secretarios José Espada Aguirre y Antenor Patiño. La inclusión de Félix Avelino Aramayo era nominal, dado su delicado estado de salud y avanzada edad.

Con mes y medio de retraso llegó a Ginebra la delegación boliviana, cuando ya había fenecido el plazo para la sumisión de temas para el orden del día de la Asamblea. Para empeorar la situación, los diplomáticos bolivianos estaban en desacuerdo sobre la forma como debía encararse la gestión. Habían surgido discrepancias entre Tamayo y Canelas, el primer hombre orgulloso y engreído; el segundo, un empecinado de gran integridad moral. Ambos, escasamente adecuados para una misión de este tipo en un ambiente sofisticado y sutil, que requería, entre otras cosas, espíritu de equipo y mucho oficio.

Redactada apresuradamente en dos días por Franz Tamayo, la demanda fue presentada el 30 de noviembre de 1920: “Bolivia invoca el artículo 19 del tratado de Versalles para obtener de la Liga de las Naciones la revisión del tratado de paz firmado entre Bolivia y Chile el 20 de octubre de 1904. A fin de justificar esta demanda, Bolivia, reservándose el derecho de presentar en el momento oportuno sus derechos y alegaciones, llama la atención sobre los hechos siguientes: 1. La violencia bajo la cual fue impuesto el tratado. 2. La inejecución por parte de Chile de algunos puntos fundamentales del tratado que estaban destinados a asegurar la paz. 3. Este estado de cosas constituye una amenaza permanente de guerra. Una prueba de ello es la actual movilización de grandes cuerpos de ejército que hace Chile sobre la frontera boliviana a pesar del estado de paz existente entre estos dos países. 4. Como consecuencia del tratado, Bolivia se ha convertido en país absolutamente continental y privado de todo acceso al mar”.

Los miembros de la delegación estuvieron de acuerdo con este texto, excepto Canelas que señaló la inaplicabilidad del artículo 19 en el caso de Bolivia. Los hechos ulteriores le darían la razón.

En esos momentos otros asuntos de importancia absorbían la atención de la Liga de las Naciones. Las potencias aliadas acababan de imponer un “diktat” a Alemania y era ilusorio esperar que estuvieran dispuestas a revisar tratados. Por otra parte, el artículo 19 no podía ser invocado por Bolivia como facultativo para que ella promoviera “motu proprio” la modificación del Tratado de 1904. De inmediato, el presidente de la delegación chilena, Antonio Huneeus, adujo que Bolivia lo había suscrito “libre y espontáneamente” un cuarto de siglo después de la Guerra del Pacífico. Chile rechazaba cualquier injerencia de la Liga en un conflicto que, a su juicio, era exclusivamente bilateral.

Advertidos de que la demanda boliviana no sería admitida en el orden del día de la Asamblea de 1920, debido a la extem-poraneidad de su presentación, los delegados Tamayo y Zambrana decidieron postergarla hasta el año siguiente. Primer contratiempo, previsible en vista de la forma e inoportunidad de la gestión.

N.R.- Este fragmento del libro “Los Aramayo de Chichas”, pretende ser un homenaje a su autor, Dr. Alfonso Crespo Rodas, a un año de su fallecimiento acaecido en Ginebra.

gonzalocrespo30@gmail.com

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